Si bien el enamoramiento es una etapa lindísima donde mucho influyen las hormonas, la atracción y la ilusión, hay algunos aspectos no negociables que como católicos tenemos que identificar aunque duela, sobre todo cuando Dios nos da una oportunidad tan especial como coincidir el Miércoles de Ceniza con la festividad de San Valentín.
Si eres joven y estás en plena etapa de enamoramiento, enfría tu cabeza un segundo y considera estos puntos para darle un peso espiritual a tu relación. Si tu pareja de pronto tiene una de estas “red flags”, no es para que le termines, es para que converses con esa persona y lo llames a la conversión. Para eso está la Cuaresma y todos somos bienvenidos a la Casa del Señor.
Si tu pareja es pagana y/o atea, ten mucho cuidado, porque eso llevará a una relación que lleve, en el mejor de los casos, a un matrimonio en disparidad de cultos, con yugo desigual. Por si no lo adivinaste, ese es un tremendo red flag. Si bien se permite eso con la condición de que los hijos sean criados en la fe católica, es muy difícil llevar dicha educación si quien comparte la paternidad contigo, te contradice, relativiza o los hijos notan su desdén para con la fe. Eso en el mejor de los casos.
Lo que normalmente pasa es que el ateo o pagano de la relación, termina siendo dominante y lleva al cristiano a vivir fuera de su fe, bajo la trampa de que “el amor pesa más”. No hay mayor mentira. Dios es amor y sin Dios, no existe amor verdadero. Vivir en concubinato o contraer matrimonio en algún otro ritual, sea este new age o simplemente un matrimonio civil, no es lo mismo y te envuelve en una situación permanente de pecado. Si ese es el futuro que tu pareja quiere contigo, tienes dos opciones: rezar por su conversión y trabajarla constantemente como hizo Santa Mónica con su marido, quien terminó convirtiéndose (encomiéndate a ella) o dejar a esa pareja por más que duela, porque muy posiblemente, esa diferencia puede poner en riesgo tu alma y las consecuencias son eternas.
Sí, por más que suene “anticuado” para muchos, sé rebelde: tu pareja DEBE ser católica.
Es hermoso ser amado, pero ¿tu pareja ama a Dios más que a ti? Solo cuando Dios es lo primero, una relación puede prosperar en la fe. El hombre que ama a Dios, se somete a Él en primer lugar; la mujer que ama a Dios, ofrece su vida por la meta del matrimonio, la familia y el hogar. Si aman a Dios, oran juntos y ofrecen mortificaciones, sacrificios y construyen en pareja.
Si de pronto tu enamorado o novio quiere que vayan al cine o a pasear, antes que ir a misa, red flag. Si le parece que primero es la fiesta comercial de San Valentín y deja del lado el Miércoles de Ceniza, red flag. Si le da flojera ir a misa, red flag. Si no le parece tan importante el miércoles de ceniza y el inicio de la Cuaresma, red flag. Si se burla de tu ayuno, recontra red flag.
No solo en Cuaresma, sino en todo momento, es obligatorio mantener la castidad antes del matrimonio. Especialmente en Cuaresma, se vive la abstinencia. Esto no solo se cumple con el ayuno, que implica no comer carne de res, cerdo, pollo y cordero; sino también abstenerse de licores, “gustitos”, dulces, comilonas y por supuesto, placer carnal. Se llama a los esposos a vivir la castidad matrimonial por esos días de dolor, también.
Si tu pareja te presiona a tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, red flag. Si minimiza la importancia de la abstinencia, red flag. Si te minimiza por pedir consecuencia, red flag. Si te obliga o pretende forzarte a tener una conducta lujuriosa contra tu voluntad, eso ya no es solo red flag. Corre.
Ten en cuenta estas tres “red flags” para que haya claridad en tu lista de “no negociables”. No importa qué tantas virtudes tiene aparentemente una persona, siempre es crucial ver cuánto ama a Dios y en función a eso, anticipar qué tanto puede amarte a ti. Si es una persona que sigue los sacramentos y ama a Dios sobre todas las cosas, estando dispuesta a vivir junto a ti en Cristo, enhorabuena. Si no, evalúa, porque es siempre tu alma la que cosechará los frutos de tus acciones.