Escondida detrás de la Capilla Sixtina, la Stanza delle Lacrime (“Sala de las Lágrimas”) es uno de los espacios más íntimos y emotivos del Vaticano, aunque muy poco conocido.
Esta pequeña cámara sin adornos es donde el Papa recién elegido se retira inmediatamente después de aceptar el papado, momentos antes de ser presentado al mundo desde la logia de la Basílica de San Pedro.
El nombre de la sala proviene de las poderosas emociones que a menudo abruman a los nuevos Papas cuando se dan cuenta de la inmensa responsabilidad espiritual y humana de guiar a millones de católicos (actualmente 1.400 millones) en todo el mundo.
Muchos han llorado aquí, abrumados por la humildad, el asombro o incluso el miedo ante la magnitud de su nuevo cargo. Se dice que el papa León XIII lloró al ser elegido en 1878, creyéndose demasiado viejo para el cargo, mientras que el papa Juan XXIII bromeó célebremente sobre sus vestimentas, que le quedaban mal, en 1958.
Dentro de la Sala de las Lágrimas, el papa electo se cambia la túnica roja de cardenal por la sotana papal blanca. Le esperan tres tallas de vestimentas —pequeña, mediana y grande—, junto con cajas de zapatos y otras prendas papales. Aquí, se detiene para orar y reflexionar, a veces solo, a veces con el maestro de ceremonias papal, mientras se prepara para su primera aparición pública como sucesor de Pedro.
Una placa, fechada el 31 de mayo de 2013, dice: «En esta sala, llamada ‘de las lágrimas’ a partir de Gregorio XIV, quien aquí, el 5 de diciembre de 1590, justo después de ser elegido Papa, derramó lágrimas de emoción, el nuevo Pontífice, tras aceptar la elección, se viste con sus propias vestiduras». El simbolismo es profundo: más que un cambio de ropa, marca una transformación de identidad. Como explicó Monseñor Marco Agostini, maestro de ceremonias papal, a la agencia italiana Agenzia Nuova , es en esta sala donde «el Papa toma conciencia de lo que se ha convertido, de lo que es a partir de ahora. El cambio de ropa habla del profundo cambio en su existencia. En ese lugar aprende que el cargo es más grande que la persona».