Hace ya más de un año desde que la partidocracia obligó al pueblo de México a elegir entre tres plumas que no pintaban. Y digo que “obligó” porque fueron poco más de 56 millones de ciudadanos mexicanos los que el pasado 6 de junio del 2024 salieron a las urnas a expresar su sentir por medio del voto. No es que estuvieran eligiendo, simplemente estaban votando, y ya.
Alrededor de aquella fecha, fueron miles los que expresaron su intención de anular su voto dada la falta de opciones reales para elegir. Otros más simplemente decían que no valía la pena siquiera formarse para ejercer su derecho al voto. ¿Y cómo culparlos? Llevamos décadas escuchando discursos de los mismos de siempre decir lo mismo de siempre: que si la corrupción, que si el crecimiento económico, que si la inseguridad, que si el transporte público, que si la inflación, etc. El discurso solo cambia de voz, pero jamás se refleja en resultados positivos. Tanto la opoficción de quinta como el gobierno de cuarta han traicionado al pueblo de México. Se concentraron en pelearse, en buscar los reflectores, en ver quién hacía el video más viral en TikTok o, en el caso de la opoficción, darle todos los días la razón a la narrativa del régimen, avivándola y multiplicándola.
El once de septiembre del 2024 amanecíamos con la noticia de que el Partido Acción Nacional (PAN) había expulsado del partido a Miguel Ángel Yunes Márquez y a su padre, Yunes Linares. La razón fue que el senador había ayudado a MORENA y aliados a aprobar la mal llamada Reforma al Poder Judicial. Sin embargo, la partidocracia siempre juega sucio. Los comunicados oficiales del PAN hablaban de un “acto individual que no representa al partido”, como si los Yunes fueran recién llegados y no herederos de un pequeño feudo político en Veracruz. Así llegamos a uno de muchos: “Es que no sabía”.
Aquel día en que Miguel Ángel Yunes Márquez le dio su voto a la reforma impulsada por MORENA, el entonces presidente del PAN, Marko Cortés, descaradamente y cual Pinocho, tuvo el cinismo de pedir la palabra en el Senado para hacer como que estaba sorprendido de lo que estaba pasando. Desde hace más de 10 años que varios políticos habían cuestionado y señalado la calidad moral de los Yunes y sus gestiones en Veracruz. Sin irnos muy lejos, Ernestina Godoy, por allá del año 2017, acusaba a Yunes de hacer una guerra sucia en contra de MORENA.
🚨 | ¿Estos son los que quieren justicia en México?
— Eduardo Verástegui (@EVerastegui) September 12, 2024
En 2017, la PRÓXIMA CONSEJERA JURÍDICA de Claudia Sheinbaum, Ernestina Godoy, acusaba a Yunes de hacer una guerra sucia en contra de MORENA.
Sí señores, la próxima CONSEJERA JURÍDICA de la presidente electa de este país es… pic.twitter.com/oYmvNLyzbl
Poco después de aquella madrugada en el Senado de la República, a Yunes lo volvieron presidente de la Comisión de Hacienda del Senado. Marko Cortés siguió haciéndose el ofendido en redes sociales y los políticos de MORENA se hacían como los que no habían sido apoyados con transas por personajes que hace no mucho no bajaban de delincuentes y ladrones. Aquel día probaron, una vez más, que les importa más el poder que México. El PAN expulsó a los Yunes, pero ¿y Marko? Quienes pusieron a los Yunes en el Senado, les regalaron una plurinominal y encima pusieron de suplente de Yunes a Yunes; sí, familia, no conformes con haberle regalado un curul a un delincuente, le regalaron la suplencia al papá del delincuente. ¿No sabían?
¿Y MORENA? Bueno, senadores de la bancada de MORENA recibieron a Yunes de pie y con aplausos. ¿Por qué? Porque ya sabían lo que estaba a punto de hacer. Lo recibió nadie más ni nadie menos que Adán Augusto López, el exjefe de un jefe de un grupo criminal. Así como se lee, Adán Augusto López, acompañado de Citlalli Hernández y Andrea Chávez, recibieron con aplausos a un delincuente. Y otra vez, al pueblo le dicen que no sabían y, si sabían, en ese momento no importaba. Los Yunes eran delincuentes y Marko sabía. Si Marko sabía, los demás políticos del PAN sabían; Adán Augusto sabía, tanto es así que fue él mismo y en persona quien negoció con él. ¿Qué negoció? Quizá nunca sepamos. Pero eso no es todo. Si Marko y Adán sabían, Citlalli y Andrea sabían; y si ellas sabían, Andrés Manuel López Obrador también.
Todos los negocios jugosos de corrupción en el país llevan el visto bueno del presidente. No lo digo yo, lo dijo AMLO en una de sus conferencias mañaneras. Sí, el mismo presidente que dijo que Felipe Calderón sabía de las transas de García Luna porque no podía no saber. A ese mismo habría que preguntarle si sabía que el exgobernador de Tampico y, en su momento, su favorito para ser el próximo presidente de México tenía por secretario de Seguridad en Tabasco al jefe de un grupo criminal. Por supuesto que sabían, pero mintieron.
Como dije en mi anterior nota para este medio, los partidos políticos se hicieron necesarios para acceder al poder, pero también se convirtieron en guardianes del sistema que impide que otros accedan a él. Después de la traición de Yunes a México, MORENA estuvo a punto de afiliarlo. Después de las acusaciones a todas voces contra los Yunes, Marko Cortés les regaló un curul. Después de haberlos acusado de ladrones, senadores de MORENA lo recibieron con aplausos. Y así, descaradamente, te van a seguir diciendo que no sabían.
Hace apenas unos días, se destapó que Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad de Tabasco y mano derecha de Adán Augusto López Hernández, tenía presuntos vínculos con el crimen organizado. ¿Y qué hizo Adán? Lo de siempre: esconderse. Silencio absoluto. Ni una declaración. Ni una explicación. Nada. El mismo Adán que recibió con aplausos a Yunes. El mismo Adán que quería ser presidente. El mismo Adán que ahora se esfuma cuando su secretario de Seguridad, el mismo al que él puso, aparece embarrado hasta el cuello.
¿Y aun así quieren que sigamos creyendo en sus “transformaciones”? ¡Ya basta! México no merece políticos que se esconden cuando se les señala. No merece partidos que premian a delincuentes con curules plurinominales. No merece gobiernos que aplauden a traidores.
¡Despierta, México! Porque si no lo haces tú, nadie lo hará por ti.
Y cuando te digan que “no sabían”, recuerda: sí sabían. Pero no les importó.