Nueva Orleans amaneció sumida en el dolor tras un ataque terrorista devastador ocurrido en Bourbon Street durante la madrugada del 1 de enero. Un hombre identificado como Shamsud-Din Jabbar, ciudadano estadounidense de 42 años con antecedentes militares, embistió a una multitud con una camioneta eléctrica antes de abrir fuego contra los presentes y los socorristas que acudieron al lugar.
Jabbar fue abatido a tiros por la policía en la escena del crimen, pero el saldo del ataque es trágico: 15 personas fallecieron y docenas resultaron heridas.
El ataque tuvo lugar en una de las zonas más emblemáticas de Nueva Orleans, famosa por su vida nocturna y festividades. Según el FBI, Jabbar llevaba una bandera del ISIS y varios dispositivos explosivos improvisados en su vehículo, lo que refuerza la hipótesis de que el acto fue premeditado y motivado por ideologías extremistas. Las autoridades han calificado el incidente como un acto de terrorismo y están investigando la posibilidad de que existan más sospechosos involucrados.
La comunidad de Nueva Orleans está conmocionada. Miles de residentes y visitantes que celebraban el Año Nuevo en el histórico barrio francés fueron testigos del ataque, lo que generó pánico y caos en el lugar. Los hospitales de la ciudad trabajan sin descanso para atender a los heridos, mientras que los equipos forenses y de seguridad recogen pruebas en la escena del crimen.
La alcaldesa de Nueva Orleans, LaToya Cantrell, expresó su solidaridad con las víctimas y sus familias, prometiendo que las autoridades llegarán al fondo del ataque. “Este acto cobarde y despreciable no define a nuestra ciudad. Somos resilientes y unidos, y trabajaremos para garantizar que se haga justicia”, afirmó.
El Reverendísimo Gregory Aymond, Arzobispo de Nueva Orleans, ofreció apoyo espiritual a las familias de las víctimas del ataque con camión en Bourbon Street.
“Nuestras oraciones están con aquellos que murieron y resultaron heridos en el horrible ataque de esta mañana en Bourbon Street. Este acto violento es una muestra de absoluta falta de respeto por la vida humana”, afirmó el arzobispo Aymond. “Me uno a otros en la Arquidiócesis Católica Romana de Nueva Orleans para ofrecer apoyo en oración a las familias de las víctimas. Doy gracias por el heroico deber de cientos de agentes de la ley y personal médico frente a tal maldad”.
El impacto de este trágico evento será sentido por mucho tiempo en la comunidad de Nueva Orleans. Sin embargo, las palabras de consuelo y unidad del arzobispo y las acciones decisivas de las autoridades locales y federales buscan enviar un mensaje claro: el odio y el terrorismo no tendrán la última palabra.