Un cardenal de la República Centroafricana devastada por la guerra dijo en una entrevista reciente que incluso en tiempos difíciles, “Dios no te ha olvidado”.
El cardenal Dieudonné Nzapalainga pronunció estas alentadoras palabras durante una entrevista con Ayuda a la Iglesia Necesitada, una fundación pontificia que atiende a los refugiados de guerra y a los cristianos perseguidos.
En la República Centroafricana (RCA), los ciudadanos han pasado por numerosas guerras civiles y disturbios políticos. Los cristianos en la República Centroafricana se ven especialmente amenazados por grupos de rebeldes.
“En mis viajes veo una y otra vez comunidades rurales abandonadas”, dijo Nzapalainga. “Estas personas sienten que a nadie le importan. Mueren como animales… hay que recordarles que son hijos de Dios”.
Aunque el gobierno de la República Centroafricana ahora es estable, Nzapalainga dijo que “la sociedad tiene heridas terribles y necesita reconstrucción”.
Nzapalainga también dijo que cuando viaja por la República Centroafricana en visitas pastorales, la gente se alegra mucho de verlo porque ya no se sienten abandonados. Las comunidades católicas allí también sufren de falta de seminaristas, sacerdotes y misioneros.
“En un pueblo, durante la confirmación de un joven llamado François, me sorprendió que la gente lo celebrara de una manera especial y le dieran mucha importancia”, recordó Nzapalainga. “La gente me explicaba que él era el catequista del pueblo. Fue él quien mantuvo viva la fe en esta comunidad que durante mucho tiempo había estado sin un sacerdote visitante. Y ni siquiera estaba confirmado todavía”.
“Hace poco visité Ouadda, una pequeña ciudad en el noreste del país”, continuó Nzapalainga. “La gente me recibió muy amablemente e incluso me organizaron una fiesta. Estaban felices porque se dieron cuenta de que no los habían abandonado y porque mientras yo estuve allí no tuvieron que observar el toque de queda impuesto por los rebeldes”.
Nzapalainga dijo que otro desafío que enfrenta la gente de la República Centroafricana es la falta de educación. Durante los años de la guerra civil, los niños no podían asistir regularmente a la escuela. Ahora, los edificios son escasos y las clases se llevan a cabo al aire libre, lo que hace que la escuela dependa del clima. Los pocos profesores disponibles para enseñar en las escuelas también practican el favoritismo, dando buenas notas a los niños cuyos padres son lo suficientemente ricos como para darles dinero.
“La educación es decisiva, porque al final determina la presencia de los seminaristas, de los líderes parroquiales y de todo el liderazgo de nuestra sociedad… y no olvidar a los catequistas. Son muy importantes para mantener viva la llama de la fe en nuestras aldeas”, dijo Nzapalainga.
Nzapalainga dijo que para él es importante recordar a los católicos de la República Centroafricana que él es uno de ellos y que siempre hay esperanza a través de la fe.
“Me quito el manto cardenalicio, me hago pequeño, viajo por la tierra y les digo: ‘Aunque la gente os haya olvidado, Dios no os ha olvidado’”, dijo.