Los estados en los que el suicidio asistido es legal ya empiezan a mostrar los efectos de estas leyes que consagran la desesperanza y que consolidan muchas de las injusticias que claman al cielo. Más de la mitad de las personas que eligen poner fin a sus vidas lo hacen porque sienten que son una carga para sus seres queridos. Aunque parezca mentira, una doctora recetó dosis letales a tres pacientes con anorexia.
El Daily Mail informó que en “Estados Unidos avanza a toda velocidad hacia la eutanasia de Canadá, a medida que otros siete estados legalizan el suicidio asistido, se prescriben dosis mortales de anorexígenos y más enfermeras firman recetas”.
“Alice Bozeman, madre de cuatro hijos, ignoró sabiamente a su médico cuando, en 2009, le dijo que una enfermedad pulmonar terminal la mataría en seis meses, y luego le insinuó que recurriera a la ley de suicidio asistido recientemente aprobada en el estado de Washington”, señaló el artículo.
“En lugar de eso”, continúa el Daily Mail, “Bozeman, que decía ser “demasiado intratable para morir”, vivió casi 12 años más y murió en su casa de Colorado, a los 72 años, en febrero de 2021”.
La publicación también señala que “ahora, a Cameron, que padece esclerosis múltiple, le preocupa que Estados Unidos se acerque a la eutanasia de Canadá, donde las personas con pérdida auditiva pueden optar por una muerte autorizada por el estado”.
“Su estado natal, Nueva York, y otros seis están sopesando la posibilidad de aprobar sus propias leyes de suicidio asistido en los próximos meses”, informa la nota.
Según el artículo, “mientras tanto, algunos de los 10 estados que ya permiten la ayuda médica para morir (AMD) están flexibilizando sus normas, reduciendo los tiempos de espera, permitiendo que las enfermeras se unan a los médicos en la prescripción de fármacos letales, y permitiendo que personas de fuera del estado visiten a sus pacientes para poner fin a sus vidas”.
“Es aterrador”, afirma Cameron, que colabora con el grupo Not Dead Yet y que es citado por el Daily Mail. “Vamos a ver más casos de personas que recurren a la muerte asistida porque son pobres o discapacitadas, y más presiones y coacciones, a medida que se vaya normalizando”, continúa la cita.
El artículo subraya que “aunque las normas estadounidenses sobre el suicidio asistido son más estrictas que las canadienses y ayudan a algunos enfermos desesperados a poner fin a su agonía, sus detractores afirman que también devalúan la vida humana y convierten la muerte en una solución para los enfermos, los discapacitados e incluso los que no tienen dinero o se sienten como una carga”.
“Incluso bajo las normas más estrictas de MAiD de Estados Unidos”, continúa el Daily Mail, “los activistas dicen que demasiadas personas ya eligen poner fin a sus vidas por razones distintas al dolor, el sufrimiento y la pérdida de autonomía corporal, las motivaciones más ampliamente aceptadas”.
“Sólo alrededor del 27% de las muertes asistidas en Oregón en 2021 se produjeron en personas que afirmaron sentir demasiado dolor, mientras que más de la mitad dijeron sentirse como una carga para sus seres queridos y el 8% estaban preocupados por el dinero”, afirma el medio.
“El año pasado”, detalla la publicación, “la doctora Jennifer Gaudiani, que trata trastornos alimentarios, avivó la polémica al recetar dosis letales a tres pacientes con anorexia nerviosa, un trastorno de la salud mental y la imagen corporal que suele llevar a quienes lo padecen a morirse de hambre”.
Puede leer el artículo completo en inglés aquí.
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Foto: Eduardo Barrios / Unsplash