Sean progresistas o tradicionalistas, la iglesia tiene grupos que están muy cerca del cisma en su ardor por vivir la fe. Así, acaban de excomulgar a las monjas de Belorado y toda una comunidad se va a alejando de la Iglesia Católica para vivir en una burbuja. ¿Se debe vivir en una burbuja? ¿Por qué no se mide con la misma vara? El P. Eduardo Hayen reflexiona sobre esto a propósito del juicio a Viganò.
Por: P. Eduardo Hayen Cuarón
Monseñor ha dicho cosas gravísimas y cismáticas, como es la negación del concilio Vaticano II y la afirmación de que el pontificado del papa Francisco no es legítimo. Prácticamente está invalidando las enseñanzas de figuras como San Pablo VI, San Juan Pablo II y Benedicto XVI. Sin duda Viganò perdió el juicio y la razón.
Monseñor Viganò ha visto cosas muy graves suceder en la Iglesia, como las posturas liberales de ciertos obispos, sobre todo, en torno a la moral, sexual y matrimonial, y ha visto que la autoridad de la Iglesia no hace nada para disciplinarlos. Sólo se excomulga, últimamente, a los conservadores.
Quienes niegan el concilio Vaticano segundo, y todo lo que después de él ha sucedido, van por mal camino. El concilio se debe interpretar en continuidad con la Tradición de la iglesia, y no en términos de ruptura con ella. La Tradición no es algo que solamente está anclado en el pasado, sino que se va enriqueciendo y va avanzando.
Era necesario el juicio a Monseñor Viganò. El peligro de abrir un nuevo cisma tradicionalista está latente, y puede llevar a otros a sumarse a esa postura cismática. Por eso era necesaria la intervención de la autoridad eclesial. Sin embargo si sólo se corrige el tradicionalismo y al progresismo se le deja intacto, aumentará el descontento de muchos y habrá riesgo de nuevos y graves cismas.