El Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) del Vaticano emitió el lunes una declaración abriendo oficialmente la Iglesia a la “posibilidad de bendecir a parejas en situaciones irregulares y a parejas del mismo sexo sin validar oficialmente su estatus ni cambiar de ningún modo la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio”.
El Cardenal Prefecto de la DDF, Víctor Manuel Fernández, emitió la declaración el 18 de diciembre. El documento reitera las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio y al mismo tiempo explica en Más detalles sobre las bases y las implicaciones de la respuesta del Papa Francisco a las dubia presentadas en los últimos años sobre la cuestión de la bendición de parejas del mismo sexo.
El dubia documento mencionado en la declaración del lunes es uno de cinco presentados en julio de este año por el cardenal Walter Brandmüller, el cardenal Raymond Leo Burke, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, el cardenal Robert Sarah y el cardenal Joseph Zen Ze-kiun. Fernández emitió la respuesta del Vaticano en octubre al inicio del Sínodo sobre la Sinodalidad.
La nueva declaración intenta explicar algunas diferencias entre las bendiciones litúrgicas y las “bendiciones no ritualizadas”, así como el trasfondo bíblico de las bendiciones.
Fernández escribió que
Cuando se invoca una bendición sobre determinadas relaciones humanas mediante un rito litúrgico especial, es necesario que lo bendecido corresponda a los designios de Dios escritos en la creación y plenamente revelados por Cristo Señor.
Por esta razón, dado que la Iglesia siempre ha considerado moralmente lícitas sólo aquellas relaciones sexuales que se viven dentro del matrimonio, la Iglesia no tiene el poder de conferir su bendición litúrgica cuando eso de alguna manera ofrecería una forma de legitimidad moral a una unión. que presuma ser un matrimonio o una práctica sexual extramatrimonial…
Cuando se consideran fuera de un marco litúrgico, estas expresiones de fe se encuentran en un ámbito de mayor espontaneidad y libertad. Sin embargo, “el carácter opcional de los ejercicios piadosos no debe interpretarse en modo alguno como una subestimación o incluso una falta de respeto hacia tales prácticas…”
Añadió que
Es esencial captar la preocupación del Santo Padre para que estas bendiciones no ritualizadas nunca dejen de ser simples gestos que proporcionen un medio eficaz para aumentar la confianza en Dios por parte de las personas que las piden, cuidando que no se conviertan en un acto litúrgico o Acto semilitúrgico, semejante a un sacramento.
Según Fernández, Francisco ha subrayado que “‘el discernimiento práctico en circunstancias particulares no puede ser elevado al nivel de una regla’”. “Por esta razón”, escribió Fernández,
No se debe prever ni promover un ritual de bendición para las parejas en situación irregular. Al mismo tiempo, no se debe impedir ni prohibir la cercanía de la Iglesia a las personas en toda situación en la que puedan buscar la ayuda de Dios mediante una simple bendición…
En cualquier caso, precisamente para evitar cualquier forma de confusión o escándalo, cuando la oración de bendición sea solicitada por una pareja en situación irregular, aunque se exprese fuera de los ritos prescritos por los libros litúrgicos, esta bendición nunca debe impartirse en concurrencia con las ceremonias de una unión civil, y ni siquiera en conexión con ellas. Tampoco se podrá realizar con ninguna vestimenta, gesto o palabra propia de una boda. Lo mismo se aplica cuando la bendición es solicitada por una pareja del mismo sexo.
En su conclusión, Fernández escribió:
La Iglesia es, pues, el sacramento del amor infinito de Dios. Por lo tanto, incluso cuando la relación de una persona con Dios se ve nublada por el pecado, siempre puede pedir una bendición, extendiendo su mano a Dios, como lo hizo Pedro en la tormenta cuando clamó a Jesús: “¡Señor, sálvame!” (Mt. 14:30). De hecho, desear y recibir una bendición puede ser el bien posible en algunas situaciones.
En una presentación del documento, Fernández explicó:
Al igual que la respuesta del Santo Padre a la Dubia de dos Cardenales antes mencionada, esta Declaración se mantiene firme en la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio, no permitiendo ningún tipo de rito litúrgico o bendición similar a un rito litúrgico que pueda crear confusión. El valor de este documento, sin embargo, es que ofrece una contribución específica e innovadora al significado pastoral de las bendiciones, permitiendo ampliar y enriquecer la comprensión clásica de las bendiciones, que está estrechamente vinculada a una perspectiva litúrgica.
Tal reflexión teológica, basada en la visión pastoral del Papa Francisco, implica un desarrollo real de lo dicho sobre las bendiciones en el Magisterio y los textos oficiales de la Iglesia. Esto explica por qué este texto ha adoptado la tipología de “Declaración”.
Precisamente en este contexto se puede comprender la posibilidad de bendecir a las parejas en situación irregular y a las parejas del mismo sexo sin validar oficialmente su estatus ni cambiar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio.
Fernández también hizo referencia a la respuesta anterior de Francisco a la dubia. El cardenal escribió que la respuesta del Papa
ha aportado aclaraciones importantes para esta reflexión y representa un elemento decisivo para el trabajo del Dicasterio. Dado que “la Curia Romana es principalmente un instrumento al servicio del sucesor de Pedro”, nuestro trabajo debe fomentar, junto con la comprensión de la doctrina perenne de la Iglesia, la recepción de las enseñanzas del Santo Padre.
Más tarde, el día 18 de diciembre, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos emitió una declaración abordando el documento:
La Declaración emitida hoy por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) del Vaticano articuló una distinción entre bendiciones litúrgicas (sacramentales) y bendiciones pastorales, que pueden otorgarse a personas que desean la gracia amorosa de Dios en sus vidas. La enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio no ha cambiado, y esta declaración lo afirma, al mismo tiempo que se hace un esfuerzo por acompañar a las personas impartiendo bendiciones pastorales porque cada uno de nosotros necesita el amor sanador y la misericordia de Dios en nuestras vidas.