Una encuesta reveladora expone la crudeza del consenso social en Israel respecto a la guerra en Gaza: el 75 % de los ciudadanos judíos israelíes afirman que “no hay inocentes” entre los gazatíes, en medio de bombardeos masivos, declaraciones incendiarias y una política que ha dejado al enclave en ruinas.
Por: Horacio Giusto
Una encuesta difundida a comienzos de junio por la Universidad Hebrea de Jerusalén muestra que cerca del 75% de los ciudadanos israelíes de origen judío coinciden con la afirmación de que “no hay personas inocentes en Gaza”. Esta percepción se da en un contexto donde, hasta el 7 de octubre de 2023, se estimaba que vivía en la Franja aproximadamente un millón de menores de edad. Los resultados han sido interpretados por algunos analistas como un reflejo del amplio respaldo social a las operaciones militares del gobierno israelí en el enclave, las cuales han sido objeto de duras críticas por parte de organizaciones internacionales que las acusan de violaciones graves al derecho humanitario.
El informe en cuestión, publicado por el diario israelí Haaretz, menciona que a partir de la mencionada encuesta se reveló que el 64 % de la ciudadanía israelí en general está de acuerdo con la afirmación “no hay personas inocentes en Gaza”. Sin embargo, el mismo informe destacó una diferencia significativa según el origen étnico; entre los ciudadanos árabes israelíes (que representan aproximadamente el 17,2 % de la población) el 92 % expresó su desacuerdo. Esto implica que, al desglosar los resultados por grupos demográficos, cerca del 75 % de los israelíes judíos apoyan esa afirmación. La encuesta también analizó el nivel de acuerdo con esta declaración en función de las afinidades políticas. Entre quienes respaldan al actual gobierno encabezado por el primer ministro Benjamin Netanyahu, el 87 % se manifestó de acuerdo. Incluso entre los votantes identificados con la derecha pero que no apoyan a la coalición gobernante, el 73 % coincidió con la frase. El respaldo a esta postura se extiende también a sectores del centro político: el 63 % de quienes apoyan partidos opositores de tendencia centrista dijeron estar de acuerdo. Incluso entre quienes se identifican con la izquierda, el 30 % compartió esa opinión.
Desde el 7 de octubre de 2023 —y en algunos casos, incluso antes— ciertos discursos y acciones por parte de funcionarios del gobierno israelí han sido interpretados por diversos observadores y organizaciones como reflejo de una política orientada a infligir un sufrimiento masivo sobre la población de Gaza.
En el contexto del bloqueo humanitario total impuesto por Israel sobre los aproximadamente dos millones de habitantes de la Franja, se han registrado declaraciones que generaron fuerte controversia. A fines de abril, el miembro de la Knéset Moshe Saada afirmó en televisión israelí: «Voy a matar de hambre a los gazatíes, sí, sin duda», añadiendo que consideraba necesario «expulsar a los gazatíes» y que la hambruna debía ser utilizada como un medio para lograr tal propósito: «Quiero matar de hambre a los gazatíes por completo, un asedio total», declaró.
En mayo, otros legisladores israelíes también hicieron declaraciones públicas que fueron duramente criticadas por la comunidad internacional. Algunos insinuaron que la muerte por inanición de niños palestinos no debía verse necesariamente como algo reprobable, o reconocieron que se estaba negando el acceso a analgésicos para menores que habían sufrido amputaciones como consecuencia de los bombardeos. Estas afirmaciones, y el contexto en que se producen, han sido señaladas por grupos de derechos humanos como indicios de posibles crímenes de guerra y violaciones al derecho internacional humanitario.
Tras más de cinco décadas de ocupación militar de los territorios palestinos reconocidos internacionalmente —que afecta actualmente a unos 5,4 millones de personas—, ciertos sectores ideológicos dentro de Israel han ganado peso político significativo, consolidándose en la coalición que llevó nuevamente al poder al primer ministro Benjamin Netanyahu a finales de 2022. Observadores y analistas han advertido que esta corriente política ha promovido discursos cada vez más radicales con relación al conflicto con los palestinos.
Aunque un número considerable de ciudadanos judíos —incluyendo a rabinos y comunidades religiosas enteras— se opone frontalmente a esta perspectiva, diversas fuentes citadas en el informe mencionado señalan que también hay rabinos sionistas que han respaldado públicamente medidas extremas. Entre las afirmaciones recogidas se incluyen llamados a la “matanza indiscriminada de civiles”, la eliminación de “hombres, mujeres y niños”, y expresiones como “no tener piedad de los niños”, “bombardear toda la zona” o “exterminar al enemigo”. Algunas de estas declaraciones han recurrido a una deshumanización explícita, describiendo a los palestinos como “animales” o “perros”, y sugiriendo que la región debe ser “limpiada de árabes”.
El informe también recoge declaraciones similares de líderes políticos israelíes, muchas de ellas expresadas tras el ataque perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023 en el sur de Israel. En ese contexto, algunos dirigentes justificaron la intensificación de los bombardeos y otras medidas militares contra la Franja de Gaza, con expresiones que daban por sentada la culpabilidad colectiva de toda su población civil. Frases como “no hay civiles inocentes en Gaza”, “bombardeen sin distinción”, “destruyan Gaza” o “luchamos contra animales” fueron utilizadas por algunos de estos líderes como justificación de una respuesta total contra el enclave palestino. Estas posiciones han generado una gran preocupación entre organismos internacionales y defensores de los derechos humanos, quienes advierten sobre el grave deterioro del discurso público y su posible traducción en políticas violatorias del derecho internacional.
Estas posturas, reflejadas en declaraciones de figuras políticas y religiosas, también han permeado significativamente la opinión pública en Israel. Diversas encuestas indican que amplios sectores de la ciudadanía israelí comparten o respaldan estos enfoques respecto a la población palestina en Gaza.
A pesar de la devastación causada por los bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza —con imágenes ampliamente difundidas en medios internacionales mostrando barrios reducidos a escombros, civiles retirando los cuerpos de familiares entre las ruinas, y hospitales colapsados atendiendo a heridos con mutilaciones graves— una encuesta realizada por la Universidad de Tel Aviv a finales de octubre de 2023 reveló que el 58 % de los ciudadanos judíos israelíes consideraba que el ejército estaba empleando muy poca fuerza en su ofensiva. Solo un pequeño porcentaje, inferior al 2 %, opinaba que el uso de potencia de fuego era excesivo. Este tipo de resultados ha sido interpretado por algunos analistas como un reflejo del respaldo social a una política militar de alta intensidad, aun en medio de denuncias de organizaciones humanitarias sobre la situación crítica de la población civil en Gaza.
Otra encuesta, realizada en diciembre de 2023, abordó directamente la percepción del público israelí sobre el sufrimiento de los civiles en Gaza. La pregunta formulada fue: “¿Hasta qué punto debería Israel tener en cuenta el sufrimiento de la población civil en Gaza al planificar la continuación de los combates allí?”. Más del 80 % de los israelíes judíos respondió que dicho sufrimiento debía tenerse en cuenta “en muy poca medida” (40 %) o “bastante poca medida” (41 %), lo que sugiere un respaldo mayoritario a una estrategia militar centrada en objetivos de seguridad y disuasión, incluso a costa de daños a la población civil.
En línea con esta tendencia, una encuesta publicada por el Canal 12 israelí en enero de 2024 mostró que el 72 % de los encuestados consideraba que debía suspenderse la ayuda humanitaria a los dos millones de civiles en Gaza —incluido un millón de niños— hasta que Hamás liberara a los rehenes israelíes que mantenía cautivos.
Mientras tanto, los datos del conflicto indican un grado de destrucción sin precedentes en la Franja. Para abril de 2024, el ejército israelí había arrojado sobre Gaza más de 70.000 toneladas de explosivos, una cantidad que equivale a casi cinco veces la potencia de las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945. Según estimaciones recogidas por distintas fuentes, estos ataques han destruido alrededor del 69 % de las infraestructuras del enclave, incluidas al menos 245.000 viviendas. Este nivel de devastación ha sido objeto de preocupación global, tanto por sus consecuencias humanitarias inmediatas como por sus implicaciones a largo plazo para la población civil.
Así pues, es irónico que de este pueblo salió una pensadora que habló de la “banalidad del mal” cuando refería a la forma en que supuestamente otras naciones acribillaron a su gente.