Desde su infancia en Guinea hasta su firme defensa de la liturgia y la doctrina católica, el cardenal Robert Sarah cumple 80 años siendo un faro de verdad en una Iglesia sacudida por la confusión y el relativismo.
À l’occasion de mon quatre-vingtième anniversaire, je reçois avec joie vos si nombreux messages. Je rends grâce à Dieu. De mes premières années en Guinée, à mon long service romain, j’ai suivi le Christ. Mon seul guide. Mon grand chemin. Je vous assure de ma prière fervente. +RS pic.twitter.com/aBVyFUEA9H
— Cardinal R. Sarah (@Card_R_Sarah) June 15, 2025
Nacido el 15 de junio de 1945 en Ourous, Guinea, en una aldea sin electricidad ni agua potable, Robert Sarah fue hijo único de una familia humilde. Su vocación surgió en medio de la pobreza material, pero con una riqueza espiritual inmensa. A los 12 años ingresó al seminario menor de Conakry, y años después fue enviado a estudiar a Francia, Senegal y Roma, formándose con una disciplina férrea y un amor inquebrantable por Cristo.
En 1979, el papa Juan Pablo II lo nombró arzobispo de Conakry con solo 34 años. Su misión era tan desafiante como peligrosa: sostener la fe de su pueblo bajo el régimen brutal y ateo de Sékou Touré. Sarah jamás transó su fidelidad a la Iglesia, ni se inclinó ante el poder de este mundo. Durante décadas, su voz fue la única que defendía a la Iglesia en Guinea, aun con el riesgo de ser asesinado.
En 2010, fue nombrado Prefecto de la Congregación para el Culto Divino por Benedicto XVI, cargo que desempeñó hasta 2021. Allí se convirtió en un defensor inquebrantable de la liturgia tradicional, de la Eucaristía celebrada con reverencia, y de la doctrina católica sin edulcorantes. Su libro “Dios o nada” se convirtió en un bestseller teológico y espiritual, marcando un hito en la defensa de la fe frente al secularismo.
Aunque no fue uno de los firmantes originales de los cinco dubia enviados al papa Francisco por los cardenales Caffarra, Burke, Brandmüller y Meisner en 2016, Sarah respaldó su contenido con sus propias declaraciones públicas. Rechazó toda ambigüedad en torno al acceso de los divorciados vueltos a casar a la Eucaristía, y denunció con claridad la confusión doctrinal sembrada tras Amoris Laetitia. En una época de pastores mudos, su voz fue clara y profética.
Aun habiendo presentado su renuncia por edad en 2021 —aceptada por el papa Francisco— el cardenal Sarah no ha abandonado su misión. Hoy continúa escribiendo, predicando y advirtiendo sobre los peligros del relativismo, el sincretismo religioso y la pérdida del sentido del pecado. A sus 80 años, sigue siendo un centinela que, como el profeta Ezequiel, no deja de tocar la trompeta cuando el peligro se acerca.
El cardenal Sarah representa la fidelidad sin concesiones, la oración silenciosa en medio del ruido, y la luz que arde cuando muchos se apagan. Hoy, la Iglesia universal le debe gratitud por su testimonio de verdad, humildad y valentía. Desde Voto Católico, elevamos una oración por su vida, y rogamos a Dios que lo conserve muchos años más como guía para los fieles que no se resignan a la apostasía.