El Papa León XIV adelantó esta semana las causas de santidad de tres Siervos de Dios, reconociendo formalmente su virtud heroica y designándolos “Venerables”.
El anuncio se produjo durante una audiencia el 22 de mayo con el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, informó Vatican News.
Dos de las figuras recientemente reconocidas, el obispo Alessandro Labaka Ugarte y la hermana Inés Arango Velásquez, eran misioneros que murieron en 1987 mientras buscaban proteger a una comunidad indígena en la región amazónica de Ecuador.
Originario de España, el obispo Labaka ingresó en la orden capuchina en 1937 y posteriormente sirvió en China antes de ser expulsado durante el régimen comunista. Continuó su labor misionera en Ecuador, donde fue nombrado obispo en 1984 y colaboró estrechamente con grupos indígenas, incluidos los tagaeri.
La Hna. Inés, miembro de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, se unió a la misión en Ecuador a finales de la década de 1970. Nacida en Medellín, Colombia, tenía experiencia en educación y pastoral. Tanto ella como el obispo Labaka eran conocidos por su defensa de los pueblos indígenas, especialmente cuando los intereses comerciales en la región intensificaron las tensiones.
El 21 de julio de 1987, ambos fueron trasladados en avión a una zona remota de la selva tropical para iniciar un contacto pacífico con los tagaeri, un grupo conocido por evitar la interacción con el exterior. Al día siguiente, se encontraron sus cuerpos, con señales de muerte violenta.
Su decisión de acercarse al grupo, a pesar de los riesgos conocidos, fue una clara expresión de su compromiso con su llamado misionero.
El tercer nuevo “Venerable”, el obispo Matthew Makil, desempeñó un papel fundamental en la configuración de la vida pastoral y comunitaria de la Iglesia sirio-malabar en la India a finales del siglo XIX y principios del XX.
Nacido en 1851 en la ciudad de Manjoor, en el seno de una familia cristiana acomodada, fue ordenado sacerdote en 1865 e inició su ministerio en parroquias. Sus dotes de liderazgo lo llevaron a ser nombrado Vicario General de Kottayam en 1889.
Tan solo tres años después, fundó las Hermanas de la Visitación de la Santísima Virgen María, una congregación dedicada especialmente a la educación de las niñas. Sus labores pastorales más amplias incluyeron el fortalecimiento de la catequesis, el apoyo a los pobres y el fomento de las vocaciones a la vida religiosa.
En medio de las crecientes tensiones entre las diferentes comunidades católicas de Kerala, el obispo Makil trabajó incansablemente para promover la unidad y el entendimiento. Sus esfuerzos finalmente lo llevaron a proponer una solución pacífica: la creación de dos vicariatos separados.
El Papa Pío X aprobó el plan en 1911, nombrándolo para dirigir el nuevo Vicariato de Kottayam. Sirvió allí hasta su muerte en 1914, guiado por su lema: «Dios es mi esperanza».