El Papa León XIV, recién elegido como el primer pontífice estadounidense, pronunció su oración inaugural Regina Coeli desde la logia central de la Basílica de San Pedro, en lugar de la tradicional ventana del apartamento papal, destacando la importancia de promover las vocaciones.
Se estima que 100.000 fieles y peregrinos llenaron la Plaza de San Pedro para presenciar el momento. El Papa también optó por cantar el Regina Coeli en latín.
En su discurso antes de la oración, el Papa León expresó su gratitud por la providencia de que su primer domingo como Obispo de Roma coincidiera con el Domingo del Buen Pastor y la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.
Reflexionó sobre el Evangelio de Juan, destacando a Jesús como el verdadero pastor que “conoce y ama a sus ovejas y da su vida por ellas”. El Papa saludó cordialmente a los peregrinos, incluidos los participantes en el Jubileo de las Bandas Musicales y Espectáculos Populares de Roma, agradeciéndoles por animar la celebración de Cristo, el Buen Pastor.
Volviendo a la urgente necesidad de vocaciones sacerdotales y religiosas, el Papa León habló apasionadamente sobre la dependencia de la Iglesia de nuevas vocaciones y la responsabilidad de las comunidades para fomentarlas.
“La Iglesia los necesita mucho”, dijo. “Es importante que los jóvenes encuentren en nuestras comunidades acogida, escucha y aliento en su camino vocacional, y que puedan contar con modelos creíbles de generosa entrega a Dios y a sus hermanos”.
Se hizo eco del llamado del Papa Francisco a acoger y acompañar a los jóvenes, instando a los fieles a ser pastores según el corazón de Dios, capaces de ayudarse mutuamente a caminar en el amor y la verdad. Dirigiéndose directamente a los jóvenes, dijo: “¡No tengan miedo! ¡Acepten la invitación de la Iglesia y de Cristo el Señor!”.
Tras el Regina Caeli, el Papa León XVI centró su atención en los conflictos mundiales en curso. Invocó el recuerdo del fin de la Segunda Guerra Mundial hace 80 años y advirtió sobre una «tercera guerra mundial que se libra a pedazos».
“Yo también me dirijo a las grandes potencias del mundo renovando el llamamiento siempre actual: ‘nunca más la guerra’”, afirmó el Pontífice.
Pidió específicamente una “paz justa y duradera” en Ucrania, la liberación inmediata de los prisioneros y el regreso de los niños a sus familias, y un alto el fuego inmediato en Gaza, exigiendo ayuda humanitaria para la población civil y la liberación de todos los rehenes. El Papa León también recibió con agrado la noticia del alto el fuego entre India y Pakistán y expresó su esperanza de un acuerdo duradero mediante negociaciones, al tiempo que lamentaba los numerosos conflictos en curso en todo el mundo.
Confiando su “llamado cordial” a la Reina de la Paz, el Papa León rogó para que el milagro de la paz se conceda a todos los pueblos.
Al concluir su discurso, el Papa León XIII conmemoró el Día de la Madre, enviando cálidos saludos y oraciones a las madres de todo el mundo, incluidas aquellas “que ya están en el cielo”.