En un discurso firme y cargado de simbolismo durante el Jubileo de los Obispos, el Papa León XIV reafirmó la centralidad del celibato, la pobreza evangélica y la sinodalidad como virtudes esenciales del episcopado. Su mensaje, dirigido a más de 400 obispos en San Pedro, también dejó clara su postura de tolerancia cero frente a los abusos, marcando así una línea más tradicional y exigente en medio de críticas y expectativas sobre su pontificado.
Durante la celebración del Jubileo de los Obispos, el Papa aprovechó para subrayar dos puntos clave que considera necesarios para el futuro de la Iglesia. Por un lado, resaltó lo valioso que es el celibato en la vida de los obispos; y por otro, reafirmó con firmeza que en la Iglesia no se toleran los abusos de ningún tipo. Además, en su mensaje, volvió a afirmar en que el obispo debe trabajar siempre en espíritu de comunión y diálogo con su diócesis, es decir, insistió en la cualidad sinodal del obispo dentro de su diócesis.
El 25 de junio de 2025, en la imponente basílica de San Pedro en Roma, unos 400 obispos de distintas partes del mundo se reunieron como parte del año jubilar para escuchar al Sumo Pontífice. Su mensaje fue directo y claro, sin vueltas. Primero, el Papa citó una frase de San Pablo: “la esperanza no defrauda”, que —según dijo— solía repetir mucho su antecesor y que incluso tomó como lema. Esa misma frase fue la que sirvió de incipit para la bula de convocación del Jubileo. Recordó también que el obispo es el principio visible de unidad en su Iglesia. Después, el Papa habló de las virtudes que deberían marcar el corazón de todo obispo, empezando por las tres más importantes: la fe, la esperanza y la caridad. Dijo que esas no pueden faltar, pero además agregó otras que consideró esenciales, como la prudencia pastoral, la pobreza, el celibato vivido con total entrega y las virtudes humanas en general.
Gran parte de su discurso sobre la prudencia se centró en la sinodalidad: “un signo claro de prudencia es el ejercicio del diálogo como estilo y método en las relaciones, así como en la presidencia de los organismos de participación, es decir, en la gestión de la sinodalidad en la Iglesia particular… el papa Francisco nos hizo dar un gran paso adelante al insistir, con sabiduría pedagógica, en la sinodalidad como dimensión de la vida de la Iglesia”.
Luego de hablar de la pobreza evangélica, el Papa León XIV recordó que el obispo también está llamado a vivir otra forma de pobreza, esto es, en el celibato y la virginidad por amor al Reino de Dios. Describió esta entrega como una imagen auténtica de lo que es la Iglesia, y remarcó que los obispos deben ser los primeros en mostrar una vida sencilla y casta. “La prudencia pastoral, la pobreza, la perfecta continencia en el celibato y las virtudes humanas… No se trata sólo de ser célibe, sino de practicar la castidad del corazón y de la conducta; y, de este modo, vivir el seguimiento de Cristo, para poder manifestar a todos la verdadera imagen de la Iglesia, que es santa y casta en sus miembros como en su Cabeza”, detalló León XIV.
En ese sentido, y siguiendo la tradición católica donde se ordena al clero el desprendimiento de los bienes materiales, el Papa destacó que los obispos deben tener “un estilo sencillo, sobrio y generoso; digno y al mismo tiempo adecuado a las condiciones de la mayoría de su pueblo… Las personas pobres deben encontrar en él un padre y un hermano, sin sentirse incómodas al encontrarse con él o al entrar en su casa. Está personalmente desapegado de las riquezas y no cede a favoritismos basados en estas o en otras formas de poder”.
También vale considerar que “La prudencia pastoral es la sabiduría práctica que guía al Obispo en sus decisiones, en el gobierno, en las relaciones con los fieles y con sus asociaciones”, indicó. “Una clara señal de prudencia es el ejercicio del diálogo como estilo y método en las relaciones, y también en la presidencia de los organismos de participación, es decir, en la gestión de la sinodalidad en la Iglesia particular”, según lo concluido por el Sumo Pontífice.
Es importante remarcar, respecto al celibato, que el Santo Padre describió esto como “imagen auténtica” de la Iglesia, resaltando que los obispos deben encarnar en primer lugar una vida de castidad y sencillez. Aunque en ese momento no habló directamente de los sacerdotes, es posible entender que esa exhortación también los incluía. De hecho, al día siguiente —el 26 de junio— en un mensaje que sí fue dirigido a los sacerdotes, el Papa les recordó que Jesús los llamó sus amigos. Y agregó: “Esa amistad con Cristo es la base espiritual del ministerio sacerdotal, y también da sentido a nuestro celibato”.
Es posible que estas palabras den una pista sobre la línea más tradicional que el Papa León XIV podría seguir en este tema, especialmente teniendo en cuenta que durante el pontificado anterior fue tratado con cierta confusión y polémica. En pocos días, por segunda vez, el nuevo Papa volvió a hablar de los abusos en la Iglesia. Dijo claramente que los obispos deben actuar con firmeza y decisión frente a situaciones que puedan causar escándalo, y que tienen que respetar por completo las normas vigentes. Quizás también buscó así poner fin a los rumores que habían comenzado incluso antes de su elección, cuando todavía era el cardenal Francis Prevost. En ese entonces, algunos sectores lo acusaban de no haber sido lo suficientemente riguroso con ciertos casos de abuso. Tras su elección, varios medios retomaron esas críticas, y hace poco el diario La Croix volvió a insinuar que hubo lentitud y falta de transparencia en algunos procesos canónicos.