La reciente nominación de Abigail “Gail” Slater para dirigir la División Antimonopolio del Departamento de Justicia, anunciada por el presidente electo Donald Trump, marca un giro crucial hacia la defensa de los derechos de patente y el respaldo a la innovación.
Esta decisión refleja la política de la primera administración de Trump, que priorizaba la protección de pequeños inventores y empresas emergentes frente a las prácticas predatorias de grandes corporaciones tecnológicas como Apple.
En su declaración, Trump enfatizó que las grandes tecnológicas han “sofocado la competencia” y “pisoteado los derechos” de pequeñas empresas tecnológicas, motores clave de la economía y el empleo. Casos como el de Apple destacan cómo estas empresas han abusado del sistema de patentes mediante estrategias de “hold out”, negándose a pagar licencias justas y prolongando litigios para desgastar a los propietarios de patentes. Ejemplos emblemáticos incluyen a Masimo, una compañía de tecnología médica, y PanOptis, que aún lucha por una compensación justa por el uso de sus innovaciones en el iPhone.
Durante la administración de Obama, las grandes tecnológicas lograron influir en las leyes antimonopolio para debilitar los derechos de patente. Sin embargo, en 2019, la administración Trump emitió una declaración de política que rechazaba estas prácticas, algo que empresas como Apple intentaron revertir bajo la administración Biden-Harris. Esta falta de protección ha tenido un impacto devastador en la inversión en I+D para tecnologías cruciales como 5G y 6G.
A nivel global, países como el Reino Unido han liderado la lucha contra las infracciones predatorias, estableciendo precedentes legales en casos como Unwired Planet contra Huawei e InterDigital contra Lenovo. Sin embargo, el sistema estadounidense, debilitado por años de reformas y cabildeo, ha dejado a sus innovadores en desventaja. La decisión pendiente del caso PanOptis vs. Apple en el Reino Unido podría sentar un precedente clave para revertir esta tendencia.
La visión de Trump de fortalecer los derechos de patente es una señal alentadora para el futuro de la innovación en Estados Unidos. Al garantizar la protección de la propiedad intelectual, el país puede recuperar su liderazgo tecnológico global, fomentando un entorno donde los inventores sean valorados y recompensados por sus contribuciones. Este enfoque no solo honra el legado de pioneros como Thomas Edison y Steve Jobs, sino que también establece las bases para una nueva era de avances tecnológicos y prosperidad económica.