Lucía Meléndez, presidente de veritas.pe y co autora de “Dignos Hasta El Final”, explica la íntima relación entre suicidio y eutanasia desde la psicología en una entrevista exclusiva para votocatolico.org.
Según los medios progresistas, la eutanasia es una intervención aceptada voluntariamente por una persona y realizada por un profesional médico, que acelera la muerte del paciente desahuciado, con la intención de evitar sufrimiento y dolor innecesario. La eutanasia, del latín euthanasia y griego antiguo /εὐθανασία/euthanasía/, se traduce como «buena muerte», «muerte apacible». ¿Qué tan cierto es esto? Pues, nosotros como católicos tenemos que hacer frente a estas ambigüedades postmodernas y explicar, desde la fe y la ciencia, por qué esto solo juega al sentimentalismo y no responde a una necesidad médica, espiritual o política.
Para tal caso, hablamos con la presidente de la organización peruana Veritas, Lucía Meléndez, co autora de “Dignos hasta el final”, libro de la conocida activista argentina Guadalupe “Lupe” Batallán sobre la eutanasia y la verdadera dignidad humana, que habló de este importantísimo tema en el contexto del Día Mundial de la Prevención del Suicidi0 (10 de septiembre).
Lucía, vamos directo al asunto y sin titubeos. Desde la psicología, ¿por qué la eutanasia no puede estar justificada desde la “dignidad”?
La eutanasia es, de cualquier manera que sea aplicada, el apoyo a terminar con la vida de una persona que cree que morir es la única forma de aliviar el dolor. El ser humano rige su conducta, de manera natural, para tres fines según Aristóteles: la supervivencia individual, la conservación de la especie y la búsqueda de la verdad.
La petición de eutanasia es motivada fundamentalmente por el anhelo de evitar el dolor. El dolor en la psique de cualquier ser vivo se interpreta de manera automática como peligro. Ninguna conducta saludable interpreta el dolor como algo deseado. ¿Entonces por qué se pide muerte?
Como lo postulan todas las ramas de la psicología científica, desde Skinner hasta Bandura, toda conducta es aprendida y reforzada en el contexto. El contexto hace la conducta. Un paciente en estado de vulnerabilidad es las susceptible a aquello que el contexto le otorgue. Si tenemos un contexto lleno de médicos recomendando la eutanasia (por motivos claramente económicos, no de salud) para “evitar” el sufrimiento y, además, tenemos familias que no proveen de cuidado afectivo, en la profunda soledad y desesperación de un paciente olvidado, la muerte puede resultar tentativa.
Los profesionales de la salud deberíamos hacer lo que hemos aprendido en nuestros tantos años de estudio: promover la salud y, por tanto, oponernos a cualquier intento de acabar con una vida solo porque aquel vulnerable olvidó que su vida vale.
¿Cuál es la relación entre eutanasia y suicidio? Por qué crees que los tratan diferente?
La relación entre la eutanasia y el suicidio es clara y contundente: en ambos casos existe una persona en estado de vulnerabilidad que busca desesperadamente evitar el dolor. Y, aunque no se hable mucho de esto, los motivos por los cuales hay quienes “quieren morir” radica prioritariamente en una causa afectiva y social. La incapacidad para poder disfrutar la vida, el sentimiento inagotable de culpabilidad por percibirse como una carga familiar y la profunda soledad son la motivación de más del 94% de pacientes que solicitan eutanasia. Estos síntomas son constantes en los pacientes con depresión mayor y Trastorno de la personalidad Límite con ideaciones suicidas: ideas irracionales que evidencian una afectación psicológica evidente.
Suelen diferenciar la eutanasia del resto de suicidios por la manera en la que son culminados. Se horrorizan más si el suicidio se lleva a cabo dejándose caer por un noveno piso o en la tina de un baño lleno de sangre, que en un hospital desconectándose o firmando un permiso para que se le induzca a la muerte mediante procesos altamente inexactos. Pero, principalmente, se diferencian por una errada idea de que el paciente hospitalizado quiere morir porque no aguanta el dolor físico y que, por el contrario, el depresivo “solo” tiene un dolor emocional. La verdad dista de ser esa. En realidad, problemas psicológicos y enfermedades físicas no son ajenas entre sí. El dolor emocional frecuente (desde estrés hasta una psicopatología) muchísimas veces repercute en sintomatología física, a este proceso se le conoce como psico-somatización. Hay migrañas de gran intensidad que derivan a hospitalización que tienen etiología en una causa psicológica, lo mismo con la gastritis, el asma, la disminución de la presión, entre muchos otros. Así también, el dolor físico puede causar, a corto y largo plazo, problemas psicológicos fuertes: desde estrés y problemas de sueño, hasta ideas suicidas.
Desde tu especialidad, ¿qué puede llevar al ser humano a creerse con poder sobre la vida, para poner en práctica asesinatos asistidos como el aborto y la eutanasia?
No hace falta ser psicólogo para comprender que quien promueve o ejecuta la muerte de un vulnerable ha perdido por completo la noción de dignidad y humanidad. El que mata o sencillamente no se escandaliza con el asesinato (o el autoasesinato) ha terminado por deshumanizar al indefenso o, en su defecto, categoriza a las personas en quienes merecen y quienes no merecen vivir por ser más vulnerables que uno.
Para los genocidas, el aborto es una lucha para posicionar a la mujer por sobre sus hijos, bajo la absurda argumentación de que la mujer tiene actualizadas algunas potencialidades que su hijo gestante aún no.
Para la eutanasia, bajo un argumento de falta empatía, se le promueve y busca la muerte a aquel que sufre.
Para ambos asesinatos hay un errado concepto de vida no digna de ser vivida. Lo único cierto en este discurso es que mientras el sicario lucra, el indefenso muere.
¿Qué lecciones podrías resaltar de la redacción de “Dignos hasta el final”?
“Dignos hasta el final” es el primer libro que coescribo. Hay miles de enseñanzas en las páginas que lo componen, análisis complejos y contundentes de mis admirados amigos.
Sin duda la lección que yo me llevé al terminar de escribir el libro fue, en mis palabras, que la dignidad humana es el principio por el cual se debe regir la búsqueda de la verdad, la salud, la justicia y la paz. Pues cuando desconocemos la presencia del valor intrínseco del prójimo, procuramos un deshumanizante caos social.