El estudio, que realizó un seguimiento a noruegos de entre 12 y 25 años, no encontró diferencias significativas entre las personas infectadas y no infectadas que cumplían con los criterios establecidos por la OMS para la “afección pos-COVID”. Además, encontró que esta afección no se asocia con marcadores biológicos específicos de la infección viral, sino con la gravedad inicial de los síntomas y, he aquí la novedad, con factores psicosociales como baja actividad y soledad.
Just the News informó que “los síntomas atribuidos a la “COVID prolongada” pueden no tener nada que ver con la infección por coronavirus en adolescentes y adultos jóvenes, según un nuevo estudio revisado por pares que pone en tela de juicio los enormes desembolsos federales para la investigación de la afección, en gran medida autodeclarada, marcada por la fatiga, la falta de aliento y la niebla cerebral”.
“Publicado el jueves en la revista Journal of the American Medical Association Network Open, el “estudio prospectivo de cohorte” realizó un seguimiento de cientos de noruegos de entre 12 y 25 años, no hospitalizados, que se sometieron a exámenes exhaustivos cuando se les realizó la prueba de COVID y luego de nuevo en un seguimiento de seis meses”, añade la nota.
Según la publicación, “los investigadores noruegos, suecos, británicos, chinos y australianos hallaron escasas diferencias entre las personas infectadas y no infectadas que cumplían la definición de la Organización Mundial de la Salud de “afección post-COVID-19”, el nombre internacional de la COVID prolongada, en el seguimiento de seis meses”.
“La tasa de “prevalencia” del grupo infectado fue del 49%, y la del grupo no infectado, del 47%. La edad media de ambos era de unos 18 años”, continúa la nota.
El artículo también da cuenta de que “la PCC (afección pos-COVID) no se asoció con marcadores biológicos específicos de la infección viral, sino con la gravedad inicial de los síntomas”, el factor de riesgo más fuerte, “y con factores psicosociales”, como “baja actividad física” y “soledad”. Los investigadores hallaron que la gravedad se correlacionaba con “rasgos de personalidad””.
Just the News destaca que “el estudio se hace eco de los “estudios de cohortes retrospectivos” citados en una reciente revisión de Slate, según la cual los síntomas de la infección por el VIH de larga duración son mucho menos frecuentes, duraderos o graves de lo que a menudo describen los funcionarios federales y los activistas, y no están necesariamente vinculados a la infección ni son peores que otras afecciones posteriores a la infección”.
“El periodista científico Jeff Wise”, añade la publicación, “escribió que la COVID prolongada, temida en su día como un “acontecimiento discapacitante masivo”, no tuvo ningún efecto perceptible en las solicitudes de incapacidad durante los dos primeros años de la pandemia. Constituyó la base de sólo unas pocas reclamaciones exitosas al mes al Fondo de Seguros del Estado de Nueva York después de cientos de aprobaciones en la primavera de 2020”.
“Wise criticó un temprano e influyente estudio de la Universidad de Washington que estimaba una tasa del 30% de “síntomas persistentes” basándose en un cuestionario enviado a pacientes adultos entre tres y nueve meses después. Los enfoques basados en encuestas pueden sufrir un sesgo de selección y documentar síntomas anteriores a la infección, escribió”, según el medio.
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Foto: towfiqu barbhuiya / unsplash