En un reciente encuentro entre organismos autodenominados “defensores de los derechos humanos” y altos representantes de la Iglesia Católica en Argentina, se ha solicitado la expulsión del Padre Javier Olivera Ravasi por su valiente y constante compromiso en la defensa de la vida y la libertad.
El Obispado de Zárate-Campana informó que no le renovó el permiso para desarrollar actividades pastorales en su distrito debido a “numerosas quejas fundadas por sus expresiones y actitudes que se oponían al testimonio cristiano”. La decisión se tomó después que la Conferencia Episcopal tomara distancia de sus gestiones. Aquí el comunicado del obispado:
El sacerdote, presbítero Javier Olivera Ravasi, está incardinado en la Diócesis de San Rafael, Provincia de Mendoza, y fuera de la misma desde hace varios años. Por razones familiares que aludió, solicitó residir en esta Diócesis de Zárate-Campana, lo que se le concedió por el término de cuatro meses, desde el 20 de agosto de 2019 hasta el 31 de diciembre del mismo año, quien posteriormente dejó el lugar y retornó varias veces sin aviso alguno.
Dado que en reiteradas ocasiones, se recibieron en este Obispado numerosas quejas fundadas por sus expresiones y actitudes, que se oponían al testimonio cristiano -máxime proviniendo de un sacerdote-, se le pidió un cambio de actitud y comportamiento en su proceder.
Al no observarse hasta el presente el cambio requerido en su actitud, y teniendo en cuenta que el mencionado sacerdote no pertenece a esta Diócesis de Zárate-Campana, así como por el bien de la comunidad diocesana, hechas las consultas pertinentes, se le ha comunicado que en adelante no tiene autorización para residir en esta Diócesis.
Texto oficial del comunicado
Estas organizaciones pro “derechos humanos”, que tienen una larga historia de respaldo a causas cuestionables, han arremetido contra un sacerdote que ha dedicado su vida a la defensa de valores fundamentales, tachándolo de “militante de ultraderecha” simplemente por haber visitado a presos en Ezeiza.
Estos organismos, cuyos miembros son en muchos casos herederos ideológicos de los grupos terroristas que asolaron Argentina en los años 70 y 80, han exigido sanciones eclesiásticas contra el Padre Olivera Ravasi. ¿Su “delito”? Visitar a personas detenidas y apoyar un proyecto que busca revisar las injusticias cometidas en juicios por delitos de lesa humanidad, juicios muchas veces plagados de irregularidades y motivados por una sed de venganza más que por un deseo de justicia.
El Padre Javier Olivera Ravasi no solo es un sacerdote comprometido con su fe, sino también un abogado, filósofo y doctor en historia que ha dedicado su vida a la defensa de los derechos de los más vulnerables, incluyendo a los no nacidos y a aquellos que han sido injustamente encarcelados. Su compromiso con la verdad y la justicia lo ha llevado a enfrentar críticas y ataques por parte de quienes desean imponer una narrativa única y excluyente sobre el pasado reciente de Argentina.
En lugar de condenar al Padre Olivera Ravasi, la Iglesia debería apoyarlo en su misión. Sus acciones no son solo las de un sacerdote que se preocupa por los derechos de todos, sino las de un verdadero cristiano que entiende que la misericordia y la justicia no son excluyentes. La Iglesia Católica, que durante siglos ha sido un bastión de defensa de la vida, la libertad y la dignidad humana, no puede ceder ante la presión de grupos cuyo objetivo es silenciar a quienes piensan diferente.
Es lamentable que algunos dentro del episcopado se dejen influir por la narrativa de estos organismos y consideren la posibilidad de sancionar a un sacerdote cuyo único “pecado” ha sido defender a los indefensos. La misión de la Iglesia no es alinearse con ideologías políticas, sino ser fiel a los principios del Evangelio, que incluyen la defensa de la vida en todas sus etapas y la búsqueda de la verdad.
El Padre Olivera Ravasi representa una voz valiente en un tiempo en que muchos prefieren el silencio o la complacencia. Su compromiso con la vida y la libertad debería ser un ejemplo a seguir, no una causa de censura. La Iglesia en Argentina se enfrenta a una encrucijada: defender a quienes luchan por la justicia o ceder ante la presión de aquellos que buscan imponer su agenda ideológica.
En este contexto, es crucial recordar las palabras del propio Jesucristo: “Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”. El Padre Olivera Ravasi está siendo perseguido por hacer lo correcto, y es nuestro deber como católicos y como ciudadanos defender su derecho a seguir luchando por lo que es justo y verdadero.