Este fenómeno, que refleja uno de los tantos males de nuestro tiempo, tiene como consecuencia no solo que los grandes despachos de abogados no representen causas ni clientes conservadores, sino que, en caso algunos de sus miembros decidan hacerlo, a menudo se ven presionados hasta el punto de dejar estas firmas. Según este artículo del Free Beacon, “los bufetes más grandes y mejor dotados se pliegan cada vez más a las órdenes de un partido político”.
Aaron Sibarium, del Free Beacon, escribió que “la imputación del expresidente Donald Trump -sin precedentes en la historia de Estados Unidos y basada en lo que muchos expertos consideran fundamentos endebles- ha avivado nuevos temores sobre la politización del sistema judicial. Pero también ha puesto de relieve una tendencia que comenzó mucho antes de la comparecencia de Trump: la politización de los bufetes de abogados de primer nivel”.
“Todd Blanche, socio de Cadwalader, Wickersham & Taft desde hace muchos años, renunció la semana pasada a su puesto en el selecto bufete para representar a Trump, que fue acusado el 4 de abril por el fiscal de distrito de Manhattan, el demócrata Alvin Bragg. Aunque Cadwalader se ha mantenido hermético sobre las circunstancias de la salida de Blanche, el propio Blanche dijo algo interesante. “Obviamente”, indicaba su correo electrónico de despedida, “hacer esto como socio de Cadwalader no era una opción, así que he tenido que tomar la difícil decisión de dejar el bufete”. En cuestión de horas, Cadwalader había borrado la biografía de Blanche de la página web del bufete. Ni Blanche ni Cadwalader respondieron a las peticiones de comentarios”, señala el autor.
En su columna, Sibarium también da cuenta de que “la dimisión, y el ultimátum de Cadwalader que implicaba, no fue un hecho aislado. Al igual que sus clientes corporativos, los principales bufetes de abogados han dado un brusco giro a la izquierda en la última década, uniéndose a grupos como la Law Firm Antiracism Alliance e incluso acogiendo a drag queens en el Mes del Orgullo. Esa huida del centro político, dicen abogados y comentaristas jurídicos, ha hecho que “Big Law” esté mucho menos dispuesta a aceptar clientes conservadores, especialmente cuando se apellidan Trump”.
“Los abogados de alto nivel se enfrentan ahora a la disyuntiva de elegir entre una asociación acomodada y clientes conservadores, a los que los bufetes de abogados de zapato blanco no representan. Esto, a su vez, ha alimentado un desequilibrio de poder dentro del sistema jurídico, ya que los bufetes más grandes y mejor dotados de Estados Unidos se pliegan cada vez más a las órdenes de un partido político”, resalta el columnista.
Sibarium subraya además que “los grandes bufetes no tienen reparos en representar a demócratas en apuros: Bill Clinton, John Edwards y Anita Hill son sólo algunos de los liberales que han sorteado sórdidas controversias con la ayuda de los mejores bufetes, como Williams & Connolly, Skadden, Arps, Slate, Meagher, & Flom y Covington & Burling. Y su trabajo pro bono es difícilmente imparcial: En cuestiones como la discriminación positiva y el aborto, los informes amicus de Big Law casi siempre apoyan a la izquierda”.
Puede leer la columna completa en inglés aquí.
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Foto: Gage Skidmore