A medida que se aproximan las elecciones legislativas iraquíes previstas para noviembre de 2025, surgen preguntas ineludibles para quienes creen en el orden, la tradición y la justicia institucional; muchos cuestionan si van a ser realmente respetados los votos de los cristianos iraquíes o si quedarán de nuevo subordinados a los intereses de los grandes partidos y los bloques de poder.
Numerosos informes revelan que más de 30 candidatos cristianos compiten por los cinco escaños reservados a esta comunidad bajo la ley electoral iraquí. Estos escaños están distribuidos entre las provincias de Bagdad, Nínive, Kirkuk, Dohuk y Erbil. Agencia Fides explica: “Tras las elecciones legislativas del 10 de octubre de 2021, surgieron controversias y tensiones precisamente en torno a la distribución y asignación de los escaños reservados para candidatos cristianos. En aquel momento, según informa Fides (véase Fides, 21/10/2021), las objeciones más explícitas a los resultados de la vuelta electoral provinieron del exparlamentario cristiano Joseph Sliwa, quien llegó a declarar que los cinco nuevos diputados a los que se les asignaron los escaños de esa cuota no representaban a los cristianos iraquíes, dado que, según él, el 90% de los votos emitidos a su favor no provenían de votantes cristianos. Esta acusación, que también surgió durante las elecciones generales iraquíes de 2018, cuestiona a las principales formaciones políticas, de origen chií y kurdo, que, según sus críticos, en las últimas vueltas electorales desviaron parte de sus votos a candidatos que aspiraban a escaños reservados para cristianos para colocar en dichos escaños a diputados totalmente alineados con sus propias estrategias políticas. En 2021, las acusaciones de Sliwa fueron respondidas por Evan Faeq Yakoub Jabro, exministro de Refugiados y Migración del gobierno saliente de Mustafa al Kadhimi, quien fue elegido con casi 11.000 preferencias para el nuevo parlamento en las filas del “Movimiento Babilonia”, y quien había defendido la transparencia del proceso electoral. En las elecciones de 2021, el propio “Movimiento Babilonia” había obtenido hasta cuatro de los cinco escaños reservados para candidatos cristianos por el sistema electoral nacional. El Movimiento Babilonia surgió como una proyección política de las llamadas “Brigadas Babilonia”, una milicia armada formada en el contexto de las operaciones militares contra los yihadistas del Estado Islámico (Daesh) que condujeron a la recuperación de las zonas del norte de Irak que habían caído en manos yihadistas en 2014. Lideradas por Ryan al Kildani (Ryan “el Caldeo”), las “Brigadas Babilonia” siempre se habían autoproclamado una milicia compuesta por cristianos, aunque su conexión con milicias chiítas proiraníes como las Unidades de Protección Popular (Hashd al Shaabi) estaba documentada. El acrónimo político del “Movimiento Babilonia” también se considera cercano a la “Organización Badr”, un movimiento político que se fusionó con la Alianza Fatah en las elecciones, un cártel que agrupa nueve acrónimos y organizaciones chiítas proiraníes. (GV) (Agencia Fides, 28/3/2023)”.
Sin embargo, ya existen serias dudas de que esos escaños realmente representen la voz genuina de los cristianos. Lo que se observa es un patrón sistemático por el cual partidos no cristianos, coaliciones mayoritarias y facciones con poder político oío militar influyen decisivamente en los resultados de los escaños que oficialmente están reservados para la minoría cristiana. El cardenal Louis Raphaël Sako, patriarca de la Iglesia caldea, ha sido una voz firme en este tema. Ha propuesto que el derecho al voto para los escaños reservados pertenezca exclusivamente a los cristianos, mediante la creación de un registro especial de votantes cristianos. Lo considera indispensable para evitar que fuerzas externas (políticas, militares o sectarias) desvirtúen lo que debe ser representación auténtica. También se habla de reformar la ley electoral, de agrupar distritos, de hacer grandes circunscripciones, medidas que, aunque podrían tener sentido en algunos países, en el contexto de Irak parecen diseñadas para consolidar el poder de los partidos mayoritarios, los respaldos sectarios o externos, y reducir la influencia real de los cristianos dispersos.
Ciertamente que el Estado tiene la obligación de proteger a las minorías no solo con eslóganes o escaños simbólicos, sino garantizándoles que sus representantes sean verdaderamente elegidos por ellos y para ellos. No se debe olvidar que hay minorías cristianas en Irak, y que existe el peligro de que se disuelva la comunidad en el éxodo o la marginalidad. Si se pierden esas garantías (votos auténticos, elección genuina, seguridad real) se corre el riesgo de que lo que queda de la presencia cristiana en Irak sea sólo simbólico, contemplativo, pero sin voz ni capacidad de decisión. Además, ya existen señales de malestar dentro de la comunidad. En 2023, los obispos del llamado “Nineveh Council” advirtieron que podría llegarse al boicot si no se atienden las demandas para que los escaños reservados de los cristianos no sean “secuestrados” por votantes de otras confesiones o por partidos no cristianos.