En su reciente entrevista con Bret Baier, Kamala Harris dejó entrever su incompetencia para enfrentar los problemas más apremiantes del país, particularmente la crisis migratoria. Se vio una persona que no sabe responder sin guión, que es incapaz de pedir perdón y que se escuda en el odio a Trump para disimular su poca capacidad.
Harris, quien aspira a la presidencia de Estados Unidos, demostró en varias ocasiones que sus políticas no solo han fallado, sino que han puesto en peligro la seguridad de los ciudadanos. Un claro ejemplo es cuando Baier la confrontó directamente sobre el número de inmigrantes ilegales liberados durante su administración, a lo que Harris, en lugar de ofrecer una respuesta clara, se limitó a decir: “El punto es que tenemos un sistema de inmigración roto que necesita ser reparado” – como si ella no tuviera culpa en la ruptura del sistema.
Esta evasión se hace aún más grave cuando se le menciona el caso de Jocelyn Nungaray, una joven brutalmente asesinada por un inmigrante que fue liberado bajo las políticas de “captura y liberación” de la administración Biden-Harris. Baier le preguntó directamente si sentía que le debía una disculpa a la familia de la víctima, pero Harris, aunque expresó sentir la pérdida, evadió la responsabilidad. “Es cierto que si se hubiera aprobado la seguridad fronteriza, tendríamos más agentes en la frontera”, fue lo único que atinó a decir. Esto refleja una preocupante falta de caridad y de asunción de responsabilidades por las decisiones tomadas bajo su liderazgo.
A lo largo de la entrevista, Harris recurrió constantemente a mencionar a Donald Trump cuando no tenía respuestas claras, como una forma de desviar la atención de los errores de su administración. Por ejemplo, cuando Baier le preguntó por qué la Unión de Patrulla Fronteriza la había calificado de “fracaso” en cuanto a la seguridad fronteriza, en lugar de responder directamente, Harris volvió a culpar a Trump: “Donald Trump aprendió de ese proyecto de ley y prefirió hacer campaña con el problema en lugar de solucionarlo”. Este tipo de respuestas revelan un patrón constante de evitar la rendición de cuentas, optando por señalar a Trump cada vez que se ve acorralada.
Cuando Baier la cuestionó sobre su evolución en cuanto a la inmigración, recordándole que en 2019 apoyaba la posibilidad de que inmigrantes ilegales accedieran a licencias de conducir, matrícula universitaria gratuita y atención médica, Harris se defendió diciendo: “Eso fue hace cinco años y ahora soy muy clara en que cumpliré con la ley”. Este cambio de postura evidencia una falta de coherencia y principios, algo que preocupa a quienes buscan un liderazgo claro y honesto. Además, es una mentira descarada porque sigue prometiendo, como lo hizo en Univisión, que tiene como prioridad dar ciudadanías a los inmigrantes ilegales.
Incluso cuando Baier abordó temas más delicados, como las críticas de que Harris apoya usar fondos públicos para cirugías de reasignación de género a prisioneros, ella volvió a evadir con frases vacías: “Seguiré la ley, tal como lo hizo Donald Trump”. Esta respuesta, en lugar de aclarar su postura, fue vista como otro intento de esconderse detrás de su predecesor, en lugar de asumir una posición firme. Recordemos que Harris y Newsom son los grandes responsables de todas las violaciones a las reclusas por parte de “trans” que pidieron que se les asigne a prisiones de mujeres.
Es innegable que Kamala Harris ha fracasado en abordar temas cruciales con transparencia y responsabilidad. Su constante evasión de preguntas difíciles y su hábito de refugiarse en las acciones de Donald Trump cuando se siente acorralada, solo refuerzan la percepción de que no está preparada para liderar el país. Como bien dijo Baier, “el 79% de los estadounidenses creen que el país va por el camino equivocado”. Harris ha sido parte integral de esta administración y por lo tanto, debe asumir su responsabilidad. A esto, contestó que ella es diferente y para variar, evadió la pregunta.
En conclusión, el historial de Kamala Harris en la crisis migratoria, su falta de rendición de cuentas y su tendencia a desviar la atención hacia Trump la hacen incapaz para ocupar la presidencia de los Estados Unidos. Los votantes, este 5 de noviembre, deben considerar si una candidata que constantemente evade preguntas, cambia sus posturas y se escuda en otros, es la mejor opción para liderar el país. Las familias que han sufrido pérdidas a causa de sus políticas merecen una disculpa, pero más importante aún, el país merece un liderazgo que esté dispuesto a enfrentar los problemas, no a evadirlos.