La Arquidiócesis de Vancouver dio su opinión sobre la última Declaración del Vaticano sobre las bendiciones para las parejas del mismo sexo, y su Arzobispo J. Michael Miller describe el documento como un esfuerzo para hacer de la Iglesia “una comunidad cada vez más acogedora”.
Según un informe local, el arzobispo Miller dijo que Fiducia Supplicans “afirma claramente la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer” y busca “ampliar” y “enriquecer” la tradición de las bendiciones.
La Arquidiócesis está actualmente “discerniendo cómo la declaración podría afectar la forma en que podemos servir a todas las personas en nuestra comunidad católica”, según Miller, quien enfatizó la importancia de bendecir a los pecadores que tienen “fiel conocimiento de su pecaminosidad”.
Sin embargo, en el contexto del actual proceso sinodal de la Iglesia, Miller dijo que la Arquidiócesis está “esforzándose, de acuerdo con el Evangelio y la Tradición, por convertirse en una comunidad cada vez más acogedora”.
“Oramos para que este documento del Vaticano abra nuevas puertas a través de las cuales podamos compartir el amor y la misericordia de Dios”, añadió, diciendo que el “proceso de reflexión” “llevaría tiempo”.
El coordinador del Ministerio Courage para miembros del mismo sexo de la Arquidiócesis de Vancouver, el diácono Hilmar Pabel, instruyó a los miembros de Courage a leer la declaración debido a su “enseñanza perspicaz e inspiradora sobre las bendiciones”.
Pabel también destacó cómo el documento deja “claro que la bendición de parejas en situación irregular no debe convertirse en un ritual litúrgico para evitar confundirla con una bendición litúrgica para una pareja casada”.
Los dos representantes de Vancouver se hacen eco de la declaración emitida por la Conferencia Episcopal Católica Canadiense (CCCB), que también enfatizó que las bendiciones “deben dirigirse a las personas mismas y no a su situación”, ser “solicitadas espontáneamente” y distintas de las litúrgicas o rituales. comportamiento.
“El principio rector de la Declaración es el hecho de que la propia petición de una bendición representa una apertura a la misericordia de Dios y puede ser una ocasión para una mayor confianza en Dios”, afirma el CCCB.