En nombre de combatir la “desinformación”, la ONU ha creado un nuevo grupo de trabajo que, lejos de buscar la verdad, se perfila como una herramienta para blindar su narrativa oficial y silenciar voces críticas hacia la Agenda 2030. Con alianzas con gigantes tecnológicos, llamados a regular el contenido en plataformas digitales y la ambigua mezcla entre “discursos de odio” e información errónea, el organismo mundial refuerza su rol de árbitro de la verdad en un ecosistema informativo cada vez más vigilado.
Por: Horacio Giusto
El 7 de julio de 2025, se reveló el primer “Informe Global de Riesgos” de la ONU; allí se anuncia la constitución de un grupo de trabajo dedicado a analizar los efectos de lo que define como “desinformación e información erronea” en el cumplimiento de la misión de dicho organismo. Lo cierto es que, al examinar documentos y discursos de la ONU, descubrimos que abordar la desinformación y la información errónea tiene poco que ver con llegar a la verdad y mucho que ver con controlar las narrativas que podrían impedir el progreso del trabajo de la ONU.
Cito el documento: “El Secretario General se compromete a crear de inmediato un equipo de trabajo para fortalecer la capacidad del sistema de las Naciones Unidas para abordar los riesgos en el ecosistema de información. El equipo se centrará en los efectos de la información errónea y la desinformación en el cumplimiento del mandato de las Naciones Unidas, incluso mediante la investigación, la evaluación de riesgos y las estrategias de respuesta (Naciones Unidas, Informe de Riesgo Global, julio de 2025).”
El informe define el riesgo global como “un evento o condición que tendría un impacto negativo significativo en una gran parte de la humanidad y los ecosistemas”. Sin embargo, el Informe de Riesgo Global no dice nada acerca del nuevo grupo de trabajo sobre desinformación que ayuda a “una gran parte de la humanidad”. En cambio, este nuevo “equipo de trabajo” se centrará en los “riesgos en el ecosistema de información” y “los efectos de la información errónea y la desinformación en el cumplimiento del mandato de las Naciones Unidas”, lo que básicamente significa que tratará de eliminar cualquier información que retrase el progreso de la ONU.
El objetivo central de la ONU es avanzar en la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), conocidos también como la “Agenda 2030”. En otras palabras, cualquier información que supuestamente obstaculice ese avance podría calificarse como “desinformación e información errónea” y ser atacada por este grupo.
En el informe se afirma: “Una vulnerabilidad claramente destaca: la desinformación. Se percibe como un riesgo extremadamente importante para el cual la comunidad internacional no está preparada, con el potencial de exacerbar las tensiones geopolíticas, la discordia social y los desafíos de respuesta a las crisis (Naciones Unidas, Informe de Riesgo Global, julio de 2025).”
Ya en julio de 2024, el Borrador del Pacto Digital Global promovía que, para 2030, se promoviese la recolección de pruebas por parte de entidades de la ONU, en colaboración con gobiernos y partes interesadas relevantes, sobre el impacto de la desinformación en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Se cita: “Nos comprometemos a promover, para 2030, la recopilación de evidencia por parte de las entidades de las Naciones Unidas, en colaboración con los gobiernos y las partes interesadas pertinentes, sobre el impacto de la información errónea y la desinformación en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 17). Borrador del Pacto Digital Mundial de las Naciones Unidas, julio de 2024”.
El año pasado la ONU celebró la Cumbre del Futuro para acelerar el progreso hacia los ODS. En ese evento, los estados miembros de la ONU firmaron el “Pacto para el Futuro”, que incluía el “Pacto Digital Global”, que instaba a las naciones a “fomentar un espacio digital inclusivo, abierto, seguro y protegido”, que no tenga lugar para lo que la ONU considera información errónea y desinformación. De eso se trata este nuevo grupo de trabajo contra la desinformación, es decir, una continuación del “Pacto para el Futuro” y el “Pacto Digital Global” para aplastar cualquier narrativa contraria a la Agenda 2030.
En su intervención en la Cumbre del G20 de Río de 2024, la Subsecretaria General de Comunicaciones Globales de las Naciones Unidas, Melissa Fleming, destacó que parte del “Pacto Digital Mundial” pedía una evaluación del impacto de la información errónea y la desinformación en los ODS. Recuérde: “El Pacto Digital Mundial insta a evaluar el impacto de la información errónea y la desinformación sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Melissa Fleming, Cumbre de Líderes del G20, noviembre de 2024).” Fleming afirmó que la desinformación climática estaba “impulsada por intereses especiales” y “publicidad engañosa” que buscaban “obstruir la transición energética”, que “ trataban de negar hechos científicos”, que estaban “erosionando la confianza en la ciencia climática y las soluciones mientras acosaban a las mismas personas que están tratando de traer esos hechos”. También lamentó que periodistas, científicos y activistas climáticos estuvieran bajo ataque por impulsar narrativas climáticas aprobadas por la ONU.
El año 2023 consolidó este tema con la creación de un “Código de conducta voluntario para la integridad de la información en las plataformas digitales”. Este documento incluye una batería de recomendaciones dirigidas no solo a los Estados, sino a actores como ONG, empresas, academia, plataformas digitales, anunciantes y medios de comunicación, en las que se insta, entre otras medidas:
Sin embargo, según el autor Tim Hinchliffe, la ONU mezcla de forma sistemática la desinformación con el discurso de odio (hate speech), creando confusión en torno a lo que realmente persigue censurar; esto ciertamente es por demás confuso por cuanto se mezcla un supuesto discurso maliciosamente desinformativo, con un discurso discriminador contra ciertos atributos personales. Melissa Fleming, Subsecretaria General de Comunicaciones de la ONU, ha sido particularmente enfática en este enfoque. En el Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio, en junio de 2025, afirmó que ““La IA se está utilizando indebidamente para crear y difundir información falsa y de odio a gran escala […] También está socavando el trabajo de las agencias de la ONU a medida que se difunde información falsa sobre nuestras intenciones y el trabajo que realizamos”. Durante años, Fleming ha hecho alarde de los esfuerzos de las Naciones Unidas para acabar con los llamados discursos de odio y la desinformación, de los cuales ni ella ni la ONU casi nunca dan ejemplos específicos de lo que realmente son. Por ejemplo, se jactó ante el Foro Económico Mundial (FEM) en 2022 de que la ONU se asoció con Google para manipular artificialmente los resultados de búsqueda sobre el “cambio climático” y que la ONU se asoció con TikTok para inflar el tráfico hacia científicos aprobados por la ONU sobre la COVID y el clima.
Fleming enfatizó que los “deepfakes” generados por inteligencia artificial están desestabilizando los esfuerzos diplomáticos, provocando crisis y minando la confianza en la ONU. Ese mismo día, también resaltó su orgullo por el lanzamiento de las “Principios Globales sobre Integridad Informativa”, una herramienta que promueve ambientes informativos “más saludables” y reforzar la autoridad de la ONU. Hinchliffe observa que Fleming mezcla discursos que cuestionan a la ONU con “hate speech” —entendido como “ataques hacia un grupo basado en su identidad”— dejando a la opinión crítica en una zona gris donde puede interpretarse como discurso de odio.
En septiembre de 2022, durante una conferencia del Foro Económico Mundial, Fleming admitió que la ONU colaboró con Google para manipular resultados de búsqueda: “Si buscas ‘cambio climático’, verás, al inicio de tu búsqueda, todo tipo de recursos de la ONU. Empezamos esta colaboración cuando nos sorprendió que al buscar ‘cambio climático’ apareciera información increíblemente distorsionada… Somos cada vez más proactivos. Poseemos la ciencia, y pensamos que el mundo debe conocerla, y las plataformas también lo hacen”.
El alcance del relato de crisis de información fue reforzado también en noviembre de 2024, en la Cumbre del G20, donde el Pacto Digital Global instó a evaluar el impacto de la desinformación en los ODS. Fleming señaló entonces que “la desinformación climática está alimentada por intereses especiales… erosionando la confianza en la ciencia climática… mientras acosa a las personas que intentan transmitir esos hechos”. También se aludió a “ecosistemas de información tóxica” que “inunda nuestros feeds con conspiraciones y mentiras”.
De esta forma, el énfasis vuelve a recaer sobre la protección de la narrativa oficial de la ONU y de la Agenda 2030. El periodista internacional Hinchliffe señala que, detrás del discurso internacional, se enciende una controversia sobre quién define qué es información precisa, quién es el árbitro de la verdad y si estas medidas apuntan a rebatir criterios o a censurar disidencias. Incluso en el informe de riesgo, la definición de desinformación establecida por la ONU —“información falsa o engañosa, siendo la primera carente de intención dañina y la segunda intencionalmente falsa o engañosa con el fin de causar daño o manipular percepciones”— plantea la pregunta: ¿quién define la verdad, el daño y la manipulación, si no existe un árbitro neutral?
El compromiso de “crear inmediatamente” este grupo para monitorear la desinformación, marca un antes y un después en la estrategia comunicacional de la ONU. Esto es camino a 1984.