Por: Beatriz Madan
La Opción Benedictina es un concepto desarrollado por el autor estadounidense Rod Dreher, especialmente en su exitoso libro del mismo nombre. Está inspirada en la Regla monástica de San Benito de Nursia y en sus principios fundamentales: Ora et Labora (reza y trabaja), estabilidad, humildad, y sobre todo, vida en comunidad.
Dreher subraya la importancia de formar comunidades sólidas entre católicos. En una época de creciente secularismo, argumenta que es urgente que los creyentes se unan y rechacen la conformidad cultural. Esto implica crear comunidades donde la fe se viva, se enseñe y se sostenga; donde se formen amistades verdaderas entre personas de fe, y se promueva el crecimiento espiritual. La educación, en este contexto, no se concibe como simple preparación profesional, sino como formación del alma, basada en el estudio clásico de las Escrituras, la filosofía, la literatura y la historia desde una cosmovisión cristiana.
Uno de los aspectos más importantes que destaca Dreher es la necesidad de estar dispuestos a sufrir por la fe. Ser un auténtico discípulo hoy puede implicar marginación social, pérdida de estatus o incluso persecución —lo que la tradición cristiana llama “martirio blanco”. Seguir a Cristo es seguirlo también por el camino de la cruz.
Algunos han criticado la Opción Benedictina por considerarla una forma de aislamiento o una huida del mundo. Sin embargo, esto distorsiona su propuesta. Dreher no llama a abandonar la sociedad, sino a una retirada estratégica de estructuras culturales corruptas para reconstruir los fundamentos cristianos. No se trata de una evasión, sino de una renovación. La Opción Benedictina no propone cortar todo lazo con el mundo, sino construir comunidades intencionales que vivan el Evangelio como la Iglesia siempre ha sido llamada a hacerlo.
La lucha por las almas no se puede librar en soledad. Requiere esfuerzos coordinados y fraternidad entre los católicos. Como dice Dios en Génesis 2,18: “No es bueno que el hombre esté solo.” Tampoco es bueno que estemos solos en la fe. No estamos llamados a ser figuras solitarias: somos seres sociales y racionales, creados para la comunión con Dios y con los demás.