El mes de abril ha sido declarado el mes de la concientización sobre el autismo, así que es un buen momento para que pongamos sobre la mesa la verdadera inclusión. En el mundo de Joe Biden, las personas “trans” tienen más visibilidad que las autistas, pero su partido se arroga la etiqueta de la inclusión universal, cuando realmente es promoción ideológica. ¿Qué estamos haciendo como católicos para cambiar las cosas?
No puedo separar este asunto de mi experiencia personal, porque como madre de un niño con autismo, vivo mucho más de cerca lo que muchos consideran un activismo tierno. El espectro es bastante amplio, pero Hollywood ha hecho lo suyo con la percepción del Trastorno de Espectro Autista (TEA). “Ah, son inteligentísimos”, porque claro, asumen que si tu hijo tiene autismo, tiene el potencial de ser como The Good Doctor, August Rush o Young Sheldon. Y no, no es así. El TEA puede complicarse con discapacidad intelectual, con trastorno del desarrollo cognitivo, con otros síndromes, con condiciones neurológicas, etc. Así que, por un lado, tenemos que aprender a simplemente entender que los niños, jóvenes y adultos con esta condición existen, tienen dignidad, tienen una familia y la sociedad puede aportar respetando su espacio, su conducta y ayudando a que sea más sencilla su convivencia.
Dicho esto, vamos a lo más visible: lo político. ¿Ven a las autoridades usando un lazo azul por el mes del autismo? ¿Ven a la Casa Blanca haciendo eventos en los que inviten a autistas para darles “visibilidad”? ¿Ven a las principales marcas ponerse de azul como se ponen multicolor en junio? No. ¿Ven a gente protestando en los restaurantes porque no hay cartas con pictogramas o audibles, amigables para personas con TEA? No, pero sí vemos a señores en minifalda quejándose de que “se equivocaron de género” al dirigirse a ellos.
Tenemos algo peor. La izquierda pretende hacer del autismo un género más. No es broma. En junio del año pasado, no solo se les ocurrió sacar la bandera habitual, sino que la quisieron cambiar para agregar el autismo en un arcoiris infinito. Y esto ocurre, en muchos casos, porque un autismo no diagnosticado puede llevar a algunos jóvenes a creer que tienen disforia de género, cuando simplemente están en el espectro. Este fue el caso de Chloe Cole, quien no fue diagnosticada a tiempo y terminó haciéndose una doble mastectomía a los quince años.
Los demócratas siempre se arrogan la representación de las minorías. Los “latinxs”, porque nosotros los hispanos, les importamos poco o nada; los BLM, porque si hay afroamericanos conservadores como Clarence Thomas, merecen repudio y escarnio; los LGBTIQ+, excepto cuando hablamos de Gays Against Groomers, porque para ellos es incompatible ser americano, homosexual y patriota. La lista podría continuar hasta dentro de dos días, pero ¿se han dado cuenta que cuando se trata del síndrome de down, del autismo o de alguna otra condición, no enarbolan banderas apasionadamente?
Bueno, esto es bastante simple: para ellos es mejor matarlos en el vientre. Si existiera una forma de diagnosticar el TEA desde el vientre materno, tengan la plena seguridad de que los demócratas harían lo imposible por eliminar a todo aquel que venga con algún “defecto”. Sin ir muy lejos, el primer ministro genocida, Justin Trudeau, acaba de aprobar la eutanasia para personas con condiciones mentales – y no tiene límites ni con menores de edad o personas con alguna condición como el autismo o el simple déficit de atención.
El medio canadiense “Spiked Online” reportó que un padre de familia no puede hacer nada para salvar la vida de su hija sana que habría recibido la aprobación de una solicitud de eutanasia.
Imagínate que un día descubres que tu hija adulta, que todavía vive contigo, quiere ser sacrificada. Hasta donde usted sabe, ella está sana. Sufre de autismo y TDAH, pero, que usted sepa, ninguna enfermedad o discapacidad física. Sabes que ha enfrentado muchas dificultades en su vida, pero la amas y deseas desesperadamente evitar su muerte. Te quedas luchando contra sus médicos, quienes alientan su decisión y están encantados de ayudarla a seguir adelante. Para empeorar aún más esta pesadilla, nadie le dirá siquiera por qué se aprobó la muerte de su hija.
Ésta es la terrible realidad que enfrenta un padre en Alberta, Canadá. Un juez emitió un fallo esta semana que allana el camino para que una mujer de 27 años, conocida en el tribunal sólo como MV, sea aceptada en el programa canadiense de asistencia médica para morir (MAID). A pesar de los intentos de su padre, conocido como WV, para evitarlo, en realidad era muy poco lo que se podía haber hecho. Según la ley canadiense, el tribunal no tuvo más remedio que permitir que mataran a su hija. Según la retorcida lógica de los defensores de la muerte asistida, ésta es la opción “compasiva”.
Y esta es la línea de Joe Biden y Kamala Harris, que están completamente desesperados por retornar a los Estados Unidos pro-aborto de Roe. Están corriendo en círculos desde que ya no es constitucional matar bebés en el vientre y sienten que tienen menos control sobre la población.
Sin embargo ¿vemos a los republicanos tomando la bandera de la verdadera inclusión? No. Y vamos, todos sabemos que deberían hacerlo. Trump ya empezó, diciéndonos hispanos (que es lo que somos) y abrazando los principios de la familia cristiana, cimiento de nuestra sociedad. Sin embargo, no vemos gran representación hispana entre los republicanos, no vemos que exalten figuras que ya han tenido grandes victorias o que le den especial atención a la verdadera inclusión.
Este es el momento perfecto para que los republicanos den el ejemplo y legislen a favor de esta población auténticamente vulnerable. ¿Y nosotros, como católicos? Buscar que las instituciones de nuestra Iglesia brinden tratamientos más accesibles y menos costosos, que haya una cooperación entre la Iglesia y la sociedad civil para darle ayuda a las madres con niños en el espectro. Que la caridad alcance a todos. No podemos decirnos pro-vida y no dar estas opciones.
Es triste decirlo, pero las únicas alternativas educativas que hay para niños con habilidades especiales (no solo dentro del espectro), son laicas o seculares y muchas veces introducen yoga e ideología de género a los niños, que lo toman como normal. No existe oferta educativa especial que cubra esta carencia y es necesaria no solo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo. Sí, los padres de familia somos los que debemos intentar inculcar la fe, pero ¿cómo hacerlo cuando los educadores especializados complican dicha tarea?
En este mes del autismo, pensemos lo tolerantes que realmente somos con dicha condición, pensemos en el esfuerzo de los padres de familia que llevan a misa a los niños y a los que miran mal porque tuvo una crisis durante la homilía, este mes podemos darnos un poco el trabajo de averiguar cuáles son las señales que presenta esta condición para aprender a vivir con ella. El índice de autistas crece exponencialmente cada año, así que, más que aquellos individuos que deciden vivir dejándose llevar por sus delirios y enfermedades psiquiátricas no atendidas, pensemos en visibilizar esta condición para ser católicos caritativos y solidarios con las familias que viven esta realidad.
Oremos este mes por las familias azules.