Las escuelas públicas, que muchas veces sufren y otras muchas encabezan la decadencia y el descarrilamiento de nuestras sociedades, están compitiendo con otro gigante en el negocio de alejar las almas de los niños y jóvenes de lo bueno y de lo bello: los teléfonos móviles. En otro contexto, no veríamos con malos ojos que la distracción de los alumnos los protegiese de la ponzoña “educativa”, pero lo cierto es que los teléfonos móviles también son devastadores.
Un artículo del Washington Post titulado “Los estudiantes no pueden despegarse de sus teléfonos. Las escuelas están hartas” y difundido por MSN, informa que “cuando los estudiantes volvieron a la escuela durante la pandemia, los educadores observaron rápidamente un cambio en sus hábitos con el móvil. Más que nunca, estaban pegados a los dispositivos durante las clases: publicando en las redes sociales, buscando en YouTube, enviando mensajes de texto a sus amigos”.
“Así que este año, los colegios de Ohio, Colorado, Maryland, Connecticut, Pensilvania, Virginia y California, entre otros, prohibieron los dispositivos en clase para frenar la obsesión de los alumnos, las interrupciones del aprendizaje, los incidentes disciplinarios y los problemas de salud mental”, señala la nota.
Según la publicación, “la mayoría de los sistemas escolares ya tenían prohibidos los teléfonos móviles en 2020, según datos federales, pero la pandemia dio más urgencia a los lugares con normas poco estrictas o una aplicación laxa. Algunos invirtieron en formas de guardar los teléfonos bajo llave durante el horario escolar. Otros obligaron a los alumnos a mantenerlos ocultos, con sanciones estrictas en caso de infracción”.
“Lo que está en juego es más importante después de los años covídicos, ya que muchos distritos llevan un retraso académico de hasta un año o más y hacen todo lo posible para ayudar a los estudiantes a ponerse al día. Algunos consideran que las redes sociales -a las que se accede a través de los teléfonos de los alumnos- contribuyen en gran medida a la mala salud mental. Varios sistemas escolares han presentado demandas contra las plataformas”, añade la nota.
“Pero muchos estudiantes -que utilizan sus teléfonos para escuchar música, organizar viajes a casa, comprobar notas o tareas- no están contentos con las medidas enérgicas. Algunos se comunican con sus padres o entrenadores por SMS. Algunos piensan que la decisión debe ser suya, no un dictado de la escuela. Los padres se han mostrado divididos al respecto, y muchos críticos insisten en que sus hijos necesitan teléfonos en caso de emergencia”, continúa el Washington Post.
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Foto: adem-ay/unsplash