Hoy, a horas de cumplir 30 años, me encuentro reflexionando sobre las figuras que acompañan este día tan especial: San Juan Damasceno y Santa Bárbara.
Ambos son los santos cuya vida y legado inspiran a quienes, como yo, nacen en este día; y a lo largo de los años, he descubierto que sus ejemplos son fuentes invaluables de lecciones sobre la fortaleza espiritual, la intelectualidad y la perseverancia. Al mirar atrás, en este momento de transición hacia una nueva etapa de mi vida, quiero compartir lo que estos dos grandes santos me enseñan.
San Juan de Damasceno, también conocido como Juan Damasceno, fue un teólogo y filósofo que vivió en el siglo VIII. Es reconocido por su capacidad para armonizar la fe cristiana con la razón, uniendo la tradición religiosa con los avances del pensamiento filosófico de su tiempo. Es fácil admirar su profundo conocimiento y su capacidad para pensar con claridad, pero lo que me llama especialmente la atención de su vida es su valentía para enfrentar los desafíos con una mentalidad crítica y abierta, manteniendo su fe firme en Dios.
Siempre me ha inspirado la forma en que San Juan de Damasceno nunca comprometió sus principios, aún cuando se vio enfrentado a la difícil tarea de defender su fe en un contexto de tensiones políticas y religiosas. En la vida, como en su tiempo, uno puede sentirse tentado a conformarse con las expectativas ajenas, pero al igual que él, creo que podemos aprender a seguir nuestras propias convicciones, incluso cuando las circunstancias nos desafíen. La unión de la razón y la fe que San Juan enseñó es algo que nos invita a seguir cultivando un equilibrio en la vida, buscando sabiduría no solo en los libros, sino en los momentos de reflexión profunda.
Además algo lindo es que San Juan siempre defendió el uso de santas imágenes. Hoy nos quieren hacer creer que no es bíblico, que no es correcto. ¡Debemos defenderlas! Es más, hay que promoverlas y buscar que el arte sea siempre un tributo a Dios que nos acerque al cielo. Demás está decir que también hemos de defender a capa y espada la fe.
Por otro lado, Santa Bárbara es la figura que representa la fortaleza ante la adversidad, la valentía y la resistencia. Su vida, marcada por la persecución y el martirio, refleja la capacidad de mantener la fe incluso en los momentos más oscuros. Ella fue una joven que desafió el abuso de poder de su propio padre, quien le impuso una vida apartada del mundo y finalmente se mantuvo firme en su fe cristiana hasta el sacrificio de su vida. En su historia, encuentro una lección crucial: la valentía no siempre se muestra en la acción, sino en la capacidad de resistir cuando todo parece estar en nuestra contra.
Al igual que Santa Bárbara, siento que a estas alturas (algo) he aprendido a ser más fuerte ante los desafíos de la vida. La adversidad, las dificultades personales o las decisiones difíciles a menudo nos ponen a prueba, pero al igual que ella, sé que la fortaleza viene de la capacidad de permanecer fieles a nuestros principios y de resistir, sin importar lo que el camino nos depare. Santa Bárbara también nos enseña que la fuerza interior no es solo física, sino también espiritual y emocional… Y no es por nada, pero es una figura femenina más que tratar de imitar. Hay auténtico PODER en la verdadera feminidad.
Hoy, al reflexionar sobre la influencia de San Juan de Damasceno y Santa Bárbara, comprendemos que, al igual que ellos, podemos integrar en nuestras vidas la fuerza del intelecto y la perseverancia del alma. San Juan nos anima a pensar críticamente y a no temer a las preguntas que surgen en nuestra mente, a buscar la verdad en los momentos de incertidumbre. Santa Bárbara, por su parte, nos recuerda que, incluso cuando las circunstancias parecen insostenibles, siempre podemos encontrar la fortaleza para seguir adelante.
La verdad, queridos amigos, mi esperanza es poder continuar aprendiendo de estos dos modelos de vida. Quiero seguir cultivando mi mente y mi espíritu, siendo consciente de mis valores y luchando por ellos, sin importar los obstáculos que pueda encontrar. Si puedo integrar en mi vida un poco de la sabiduría de San Juan Damasceno y la fortaleza de Santa Bárbara, sé que este nuevo ciclo será lleno de crecimiento y transformación… Pero por lo pronto, les pido sus oraciones por esta sierva inútil del Señor. Gracias por este año.