La elección de Donald Trump para el Departamento de Educación, Linda McMahon, no es solo un nombramiento más; es una declaración política en defensa de la libertad educativa y del derecho de los padres a decidir sobre la educación de sus hijos. El haberla elegido ya es, per se, una postura política en favor de la libertad educativa.
Este nombramiento representa un desafío frontal al status quo establecido por los sindicatos docentes y las políticas educativas centralizadas.
Linda McMahon, conocida inicialmente como cofundadora de World Wrestling Entertainment (WWE), posee una trayectoria profesional que la coloca en una posición única para liderar una reforma educativa en Estados Unidos. Como empresaria multimillonaria que se hizo a sí misma, entiende el valor del esfuerzo, el emprendimiento y la educación como herramientas clave para el éxito.
Además de su papel como directora de la Small Business Administration (SBA) durante la primera administración de Trump, McMahon tiene experiencia directa en educación. Sirvió en la Junta de Educación de Connecticut, supervisando la enseñanza de más de medio millón de estudiantes, y fue miembro de la junta directiva de Sacred Heart University, donde contribuyó al fortalecimiento de las instituciones educativas y su impacto en la economía local.
Durante su tiempo como presidenta del America First Policy Institute, McMahon se dedicó a promover la elección escolar universal, beneficiando a familias vulnerables, especialmente en comunidades minoritarias desatendidas. Este enfoque desafía la narrativa de la izquierda que prioriza los intereses sindicales sobre los de los estudiantes.
La elección escolar, defendida por McMahon, no solo ofrece opciones educativas a quienes están atrapados en sistemas escolares fallidos, sino que también refuerza el principio de que los padres deben ser los principales responsables de la educación de sus hijos.
Trump ha sido claro en su intención de reformar radicalmente, o incluso desmantelar, el Departamento de Educación. McMahon, con su carácter decidido y su enfoque práctico, podría ser la clave para cumplir esta promesa. Esto significaría transferir programas esenciales a otras agencias, eliminar burocracias innecesarias y devolver el poder a los estados, las localidades y las familias.
A sus 76 años, McMahon podría estar disfrutando de una jubilación cómoda, pero ha elegido dedicar su experiencia y liderazgo al servicio público. Su nombramiento no solo subraya la confianza de Trump en su capacidad, sino también su compromiso con el pueblo estadounidense.
En palabras de Tommy Schultz, líder de la Federación Estadounidense para los Niños, McMahon representa “el principio del fin de los 40 años de dominio de los sindicatos de docentes en la política estadounidense”. Bajo su liderazgo, el Departamento de Educación tiene la oportunidad de transformarse de un ente burocrático a un motor de libertad educativa.
Con Linda McMahon al frente, Estados Unidos tiene una oportunidad real de reimaginar su sistema educativo, empoderar a los padres y devolver el control a las comunidades locales. Un paso audaz hacia un futuro en el que la educación no sea un sistema, sino una oportunidad para todos.