En los últimos años, la Corte Suprema ha sido objeto de una campaña implacable y estratégica destinada a socavar su credibilidad e imparcialidad. Publicaciones de izquierda como ProPublica, Slate y The Guardian han liderado un ataque orquestado contra los jueces designados por los republicanos del tribunal supremo y los demócratas del Senado han amplificado su mensaje.
Buscan que que el pueblo estadounidense cuestione la legitimidad de algunas de las opiniones mayoritarias de la Corte Suprema que no gustan a la izquierda. Estas publicaciones están insinuando, pero en realidad no argumentando, que cualquiera de las acciones de los jueces acusados violó las reglas de ética judicial existentes en ese momento, no lo hicieron. En cambio, los medios de comunicación pretenden generar escepticismo sobre la ética, la integridad y la imparcialidad de los jueces.
Hasta el momento, estos ataques a los jueces conservadores del alto tribunal no son tan dramáticos como las manifestaciones frente a sus hogares —que han disminuido pero aún continúan— ni tan peligrosos como el intento de asesinato contra uno de ellos, el juez Brett Kavanaugh, a principios de junio de 2022. Pero los ataques a los seis jueces conservadores, y por extensión, la legitimidad de toda la corte de nueve miembros, han sido igualmente feroces.
Aunque esta tendencia deplorable se ha estado gestando durante mucho tiempo, las cosas realmente se intensificaron en 2019, cuando el Senador Sheldon Whitehouse y otros cinco demócratas del Senado presentaron un escrito amicus curiae en un caso de la Segunda Enmienda, argumentando que la Corte Suprema “no está bien” y que si no fallaba como querían los demócratas, la corte podría tener que ser “reestructurada”.
Poco después, el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, DN.Y., se paró en los escalones de la Corte Suprema el día en que se discutía un caso de aborto. Kavanaugh y el juez Neil Gorsuch habían “soltado el torbellino”, amenazó Schumer; y “pagarían el precio” si continuaban tomando “decisiones terribles”. Luego, los demócratas comenzaron a plantear la idea de “llenar” la Corte Suprema agregando suficientes jueces para inclinar la balanza de una mayoría de designados republicanos a una mayoría de designados demócratas.
El presidente Joe Biden, quien dijo que la Corte Suprema estaba “fuera de control”, convocó una comisión para estudiar esta y otras posibles reformas a la corte. Muchos en la izquierda se molestaron cuando la comisión no ofreció un respaldo total a su propuesta de llenar la corte.
Para complicar las cosas, los demócratas en el Congreso buscan imponer un nuevo código de conducta a los jueces que, si se promulga a pesar de la falta de autoridad constitucional para hacerlo, conduciría a una corriente implacable de cargos éticos y mociones de recusación.
Estos ataques son claramente partidistas. Los medios de comunicación de izquierda han puesto sus miras en los jueces de la Corte Suprema que fueron designados por presidentes republicanos, mientras ignoran asiduamente transgresiones similares de jueces liberales, incluidos los jueces designados por presidentes demócratas.
Para preservar nuestro sistema de separación de poderes y frenos y contrapesos; y por el bien del país, estos ataques unilaterales contra los republicanos designados para la Corte Suprema y los interminables ataques a la legitimidad de la corte misma tienen que cesar.
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Foto: brad-weaver/unsplash