A propósito de las aberraciones como las del Hospital Infantil Lurie, compartimos esta columna de Adrian Gaty en The Federalist en la que el autor no solo aborda la canallesca postura que la Academia Americana de Pediatría tiene acerca de la anticoncepción y su relación con el cáncer y la salud mental, sino que afirma que “la postura oficial de los pediatras estadounidenses es defender el acceso temprano al aborto”, y ocultarlo a los padres. Cuidado.
Adrian Gaty escribió en The Federalist lo siguiente:
“Permítanme presentarles a la Academia Americana de Pediatría (AAP). Al igual que otras poderosas autoridades sanitarias, se niegan a informar a las mujeres del aumento de por vida del riesgo de cáncer de mama para cualquiera que haya tomado alguna vez la píldora. Parece que los “beneficios” de la esterilidad superan incluso el poder de los lazos rosas. Pero eso no es todo: La voz pediátrica más poderosa de Estados Unidos también se niega a informar a las jóvenes de los riesgos para la salud mental de los anticonceptivos hormonales, incluso cuando estamos viviendo una crisis de salud mental adolescente sin precedentes, con un aumento de la depresión y los suicidios.
La relación entre la anticoncepción hormonal y la depresión -e incluso una tasa de suicidios tres veces mayor- no es nueva para los lectores de The Federalist, ni para innumerables mujeres de todo el mundo, ni para cualquiera que esté familiarizado con los enormes estudios europeos al respecto. ¿Acaso los pediatras del país aconsejan a sus familias que empezar a tomar anticonceptivos puede contribuir a la depresión e incluso al suicidio? No. El “folleto explicativo” sobre anticoncepción de la AAP, dirigido a padres e hijos, destaca la “mejora del acné” pero no incluye ni una palabra sobre la depresión. Del mismo modo, la declaración política oficial de la AAP sobre la anticoncepción, diseñada para ayudar a guiar la práctica clínica, no dice nada sobre la salud mental, ¡aunque una vez más destaca el poder para combatir el acné!
Curiosamente, en otras partes del trabajo de la AAP, la atención a la depresión parece casi paródicamente exagerada. La declaración política del año pasado sobre “El derecho de la adolescente a una atención confidencial cuando se plantea un aborto” revela que la postura oficial de los pediatras estadounidenses es defender el acceso temprano al aborto para reducir la depresión y, lo que es más, mantener esos abortos en secreto porque informar a los padres puede suponer un “daño psicológico” para la adolescente. La declaración sitúa firmemente a la AAP en la corriente dominante de la práctica médica moderna, donde es habitual argumentar que debemos aumentar el aborto para prevenir el suicidio.
La política sobre el aborto no es la única esfera que la AAP utiliza para pregonar selectivamente su preocupación por la salud mental de los adolescentes. Este mismo mes, en su artículo sobre “Equidad sanitaria y el impacto del racismo en la salud de los adolescentes”, la revista insignia de la AAP hace sonar la alarma sobre el debate de la inmigración: “El racismo estructural en las políticas federales antiinmigración en los últimos 5 años ha disparado las tasas de ansiedad y depresión entre los AYA [adolescentes y adultos jóvenes] latinos”. La AAP hace todo lo posible por vincular los debates sobre la política fronteriza con la salud mental, pero guarda un extraño silencio cuando se enfrenta a pruebas mucho más sólidas de los riesgos psiquiátricos del control de la natalidad.
Mientras que la AAP afirma que evitar el suicidio es razón suficiente para ampliar el acceso al aborto, parece tomarse el suicidio trans a guasa. Sabemos que la identificación trans aumenta drásticamente el riesgo de suicidio, según las propias organizaciones protrans, y sin embargo la AAP abraza y afirma con entusiasmo la ideología trans”.
Puede leer la columna completa en inglés aquí.
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Foto: CDC