Cuando no es Miércoles de Ceniza, el 14 de febrero es un día de romance y recuerdo del gran San Valentín. Pero San Valentín no es el único santo que celebra hoy la Iglesia.
Los santos Cirilo y Metodio fueron dos hermanos aventureros y bien educados que llevaron la belleza del catolicismo al pueblo eslavo a pesar de la intensa agitación política de la época.
Cirilo, conocido como Constantino hasta poco antes de su muerte, fue un erudito y una inspiración para la escritura cirílica utilizada por los hablantes de eslavo hasta el día de hoy. Metodio era funcionario del gobierno antes de decidir dejar la política por la vida monástica.
En 860, el emperador bizantino los envió juntos para cumplir con el pedido de un príncipe eslavo de enviar misioneros a lo que hoy es la República Checa. Fueron elegidos por su éxito anterior como misioneros y su comprensión de la lengua eslava.
El príncipe eslavo utilizó la llegada de Cirilo y Metodio como herramienta política para ganar poder sobre las influencias alemanas, reemplazando a los misioneros alemanes por los hermanos. Sin embargo, los dos ignoraron el panorama político y, en cambio, se concentraron en seguir la misión que Dios eligió para ellos.
Comenzaron a traducir la liturgia al eslavo a pesar de que muchas personas sólo valoraban el griego y el latín. A lo largo de este proceso, tuvieron que luchar con quienes se veían amenazados por su trabajo.
A pesar de la oposición, los hermanos continuaron trabajando diligentemente para evangelizar al pueblo eslavo en su lengua materna. Incluso llegaron a pedir permiso al Papa para practicar la liturgia en eslavo y ordenar nuevos sacerdotes eslavos.
Después de más de ocho años en misión, Cirilo murió poco después de convertirse en monje en 869. Molesto por la agitación política y afligido por la muerte de su hermano, Metodio también quería dejar el trabajo misionero y regresar a un estilo de vida monástico.
Pero Cirilo tenía otros planes para su hermano: su último deseo era que Metodio continuara la obra misional que habían iniciado. Para honrar a Dios y a su hermano, Metodio pasó el resto de su vida difundiendo el cristianismo en la región y traduciendo importantes textos religiosos al eslavo.
Si bien es posible que no sean “Santos del Amor”, el celo de estos hermanos por su fe y su coraje para luchar contra la extralimitación política cambiaron el curso de la historia de la Iglesia. Juntos, acercaron a miles de personas al corazón de Cristo ayudándoles a experimentar la fe en su lengua materna. Y ese es el amor verdadero.