Christopher Bell, el esposo de la activista pro vida encarcelada Joan Andrews Bell, escribió un artículo sobre por qué los católicos necesitan votar por un candidato imperfecto.
“Siempre votamos por una persona imperfecta”, escribió Bell en la revista Crisis. “Prefiero una persona imperfecta que tenga cierto sentido de justicia para los más vulnerables y un deseo de usar la fuerza económica y el poderío militar estadounidenses con sabiduría que una que no lo tenga en absoluto”.
“No van a votar por un santo”, continuó, “sino por alguien –y, siendo realistas, por toda una administración– que podría hacerles menos daño que otro. No esperen mucho más”.
Bell admitió que estaba “profundamente entristecido y horrorizado” por la actual disposición del Partido Republicano a “permitir que el aborto siga sin control”, pero argumentó que todavía eran mucho menos dañinos que los demócratas, que usan el dinero de los contribuyentes para financiar abortos completamente irrestrictos.
“Al menos puedo llamar a los republicanos y hablar racionalmente sobre cómo ayudar a las madres y a los bebés antes y después del nacimiento. Los demócratas no quieren hablar conmigo”, escribió Bell.
Bell habló de otros peligros que entraña la elección del Partido Demócrata, además de su agenda radicalmente proelección. Hizo referencia a sus ataques a la libertad religiosa, incluido el encarcelamiento de su esposa, su rechazo a los derechos parentales y su negativa a castigar adecuadamente a los criminales.
Bell también mencionó la posibilidad de una inminente guerra mundial que ha estallado bajo un presidente demócrata. Escribió que, si bien nuestra nación sigue siendo una de las más poderosas del mundo, cuando el país no usa su poder sabiamente, “otras naciones atacarán a sus vecinos, vecinos a quienes hemos prometido ayudar y apoyar”. Agregó: “¿Cuánto podemos seguir ayudando y apoyando cuando el mundo entero está en llamas?”.
Bell también abordó el tema de la inmigración, señalando que es nieto de inmigrantes y que ha pasado gran parte de su vida ayudando a los inmigrantes a conseguir la ciudadanía, el trabajo y la educación. Sostuvo que la falta de control fronterizo conduce a la explotación de los inmigrantes que llegan al país.
“La verdadera tragedia en la frontera es el tráfico de esclavos”, escribió Bell. “No sólo adultos, sino también niños son traídos al país ilegalmente y trabajan como esclavos para pagar a quienes los trajeron”. Reflexionó que los controles fronterizos “dan a las personas oportunidades legítimas de obtener ayuda adecuada, no de ser aprovechados por estafadores”.
Bell concluyó: “Por favor, oren conmigo para que esta bendita nación nuestra vuelva a defender y proteger la vida desde la concepción; defienda y proteja la vida con justicia en ambos lados de nuestra frontera; defienda y proteja la vida poniendo fin a las guerras de manera justa”.