Aunque suele presentarse como una fraternidad filantrópica, la masonería es, en esencia, una ideología que se opone frontalmente a la doctrina católica. Desde sus orígenes ilustrados hasta su expansión contemporánea en países como España, Italia y Francia, las logias han promovido un sincretismo religioso, un racionalismo militante y una visión del hombre radicalmente opuesta a la antropología cristiana. La Iglesia, consciente de estos peligros, ha condenado firmemente su práctica desde el siglo XVIII hasta hoy. Este artículo expone por qué la pertenencia a la masonería sigue siendo incompatible con la fe católica.
Por: Horacio Giusto
Desde su surgimiento en el siglo XVIII, la masonería ha sido el núcleo de diversas revoluciones, especialmente en el ámbito religioso. La Iglesia Católica, en particular, ha mantenido una postura de rechazo firme y sostenido hacia esta organización. No es secreto que la relación entre la Iglesia Católica y la masonería ha sido históricamente conflictiva.
Hoy conviene volver a advertir ciertos puntos. En el sitio Religión en Libertad, se lee lo siguiente: “La masonería está creciendo en España y también en Italia, y lo declaran con satisfacción. La web de la Gran Logia de España, que con unos 3.000 miembros se considera que es la mayor organización masónica de España, anunciaba este mes de mayo que “desde abril de 2022 hasta el día de redacción de este Editorial, el número de miembros totales registrados en la Gran Logia de España, considerando profanos que ven la luz, pero también las planchas de quite, así como afiliaciones, regularizaciones y hermanos que han pasado al Oriente Eterno [es decir, que se han muerto, nota de ReL], ha subido un 11,6%”… Y las cifras palidecen comparadas con las de Francia. El Gran Oriente de Francia, en un folleto de 2023, declaraba tener casi 52.500 miembros. Es cierto que no crecía mucho (en 2019 tenía unos 52.000). Pero es que tiene mucha competencia: la Gran Logia de Francia declaraba unos 35.000 miembros (masculinos), la Gran Logia Nacional Francesa, unos 30.000 miembros (masculinos), la Federación Francesa del Derecho Humano unos 17.500 y la Gran Logia Femenina de Francia, unos 14.500… Un artículo de El Periódico de Catalunya, consultando fuentes italianas en 2024, trataba de entender qué tiene la masonería de atractivo. “Massimo Rizzardini, profesor de la Universidad de Milán y autor del libro En el Oriente de Italia, lo argumentaba recientemente así: “El secretismo, los ritos tradicionalistas inmutados, la posibilidad de vivir una experiencia alejada del mundo profano, tienen [un poder de] atracción muy fuerte” en Italia. Otros investigadores como Eleonora Salina han dado explicaciones más sencillas, entre ellas el querer “hacer negocios o progresar en la carrera al entrar en contacto con personas que te pueden ayudar”.”[1]
No es casual que en las 3 capitales de católicas, donde Italia es la capital de la Fe, Francia de la Caridad y España de la Esperanza, la masonería busque realzar su presencia allí.
Desde la bula In eminenti apostolatus specula de Clemente XII en 1738 hasta la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1983, el Magisterio de la Iglesia ha condenado reiteradamente la afiliación de los fieles católicos a sociedades masónicas. Vale recordar lo que aquella bula dictaba: “teniendo presente el gran daño que a menudo causan tales Sociedades o Conventículos no sólo a la paz del estado temporal sino también al bienestar de las almas, y sabiendo que no se sostienen ni por sanciones civiles ni canónicas; y puesto que Nos es enseñado por la palabra divina que es parte del siervo fiel y del dueño de la casa del Señor velar día y noche para que hombres como estos no irrumpan en la casa como ladrones, y como zorros intenten destruir la viña; de hecho, para evitar que los corazones de los simples sean pervertidos, y los inocentes heridos en secreto por sus flechas, y para bloquear ese camino ancho que podría abrirse a la comisión no corregida del pecado y por los otros motivos justos y razonables que Nos conocemos; Nos, pues, habiendo tomado consejo de algunos de Nuestros Venerables Hermanos entre los Cardenales de la Santa Iglesia Romana, y también de Nuestro propio acuerdo y con cierto conocimiento y maduras deliberaciones, con la plenitud del poder Apostólico por la presente determinamos y hemos decretado que estas mismas Sociedades, Compañías, Asambleas, Reuniones, Congregaciones o Conventículos de Liberi Muratori o Francs Massons, o cualquier otro nombre que puedan tener, deben ser condenadas y prohibidas, y por Nuestra Constitución actual, válida para siempre, las condenamos y prohibimos.”[2] Esta condena reiterada ha suscitado numerosos debates tanto dentro como fuera de la Iglesia, ya que no pocas veces estas logias intentan infiltrarse en instituciones religiosas, políticas, culturas y académicas para tejer sus redes de poder.
La masonería moderna surge en el contexto de la Ilustración europea, particularmente en Inglaterra y Escocia en el siglo XVIII, aunque sus raíces simbólicas se remontan a las asociaciones de constructores medievales; de hecho, filosóficamente se puede rastrear hasta los primeros siglos luego de Nuestro Señor en torno al auge del gnosticismo[3].
La primera condena formal de la masonería por parte de la Iglesia Católica se encuentra en la bula In eminenti apostolatus specula (1738), donde el Papa Clemente XII prohibió a los católicos unirse a logias masónicas bajo pena de excomunión. Esta postura fue reafirmada en sucesivas encíclicas, incluyendo Providas Romanorum de Benedicto XIV (1751) y Humanum genus de León XIII (1884). Benedicto XIV es claro cuando proclama: “Ya por la misma fama pública se sabe que se extienden en todas direcciones, y de día en día se fortalecen, algunas Sociedades, Uniones, Juntas, Conventículos o Agregaciones llamadas vulgarmente los Francmasones o des Francs Maçons, o con otras denominaciones llamadas según a la variedad de lenguas, en que con estrecha y secreta alianza, según sus Leyes y Estatutos, se unen entre sí hombres de cualquier religión y secta, contentos con cierta afectada apariencia de honestidad natural. Tales Sociedades, con estricto juramento tomado sobre las Sagradas Escrituras, y con la exageración de graves penas, están obligadas a guardar un silencio inviolable sobre las cosas que hacen en secreto. Pero como es la naturaleza del delito manifestarse por sí mismo y generar el ruido que lo denuncia, se sigue que las citadas Sociedades o Conventículos han producido en el espíritu de los fieles esta sospecha, según la cual para los hombres honestos y prudentes suscribirse a esas Agregaciones es lo mismo que mancharse con la infamia de la maldad y la perversión: si no obraran inicuamente, no odiarían la luz con tanta determinación. Tal fama ha crecido tan considerablemente, que estas sociedades ya han sido proscritas por príncipes seculares en muchos países como enemigos de los reinos, y han sido providencialmente eliminadas”[4].
De hecho, en Humanum genus se dirá de manera clara y precisa: “For as soon as the constitution and the spirit of the masonic sect were clearly discovered by manifest signs of its actions, by the investigation of its causes, by publication of its laws, and of its rites and commentaries, with the addition often of the personal testimony of those who were in the secret, this apostolic see denounced the sect of the Freemasons, and publicly declared its constitution, as contrary to law and right, to be pernicious no less to Christiandom than to the State; and it forbade any one to enter the society, under the penalties which the Church is wont to inflict upon exceptionally guilty persons. The sectaries, indignant at this, thinking to elude or to weaken the force of these decrees, partly by contempt of them, and partly by calumny, accused the sovereign Pontiffs who had passed them either of exceeding the bounds of moderation in their decrees or of decreeing what was not just. This was the manner in which they endeavoured to elude the authority and the weight of the apostolic constitutions of Clement XII and Benedict XIV, as well as of Pius VII and Pius IX.(10) Yet, in the very society itself, there were to be found men who unwillingly acknowledged that the Roman Pontiffs had acted within their right, according to the Catholic doctrine and discipline. The Pontiffs received the same assent, and in strong terms, from many princes and heads of governments, who made it their business either to delate the masonic society to the apostolic see, or of their own accord by special enactments to brand it as pernicious, as, for example, in Holland, Austria, Switzerland, Spain, Bavaria, Savoy, and other parts of Italy.”[5]
En la infinidad de causas citables a tales condenas, resaltan que las alegadas incluían el carácter secreto de las logias, su relativismo moral, y su oposición a la autoridad eclesiástica.
Uno de los aspectos más problemáticos de la masonería para la Iglesia es su carácter sincretista. En muchas logias, se permite, si es que no se promueve, una visión de la religión como un conjunto de principios morales universales, sin referencia explícita a Jesucristo ni a las verdades reveladas del cristianismo, cayendo en el indiferentismo religioso para los recién iniciados, y llegando a la apostasía total en grados más elevados. Esto choca con la enseñanza católica sobre la unicidad y universalidad de la verdad revelada en Cristo (cf. Juan 14,6). En consecuencia, la masonería se fundamenta en una filosofía deísta o incluso agnóstica, donde Dios es visto como un “Gran Arquitecto del Universo“; aquel que ordena lo ya existente, siendo la materia lo eterno con todas las consecuencias filosóficas que de aquí se derivan (sin una doctrina revelada, sin sacramentos, sin necesidad de redención). Esta concepción excluye la noción de revelación divina como fundamento de la fe, un principio central en la teología católica.
Como afirma León XIII en Humanum genus: “11. Ahora bien: es principio capital de los que siguen el naturalismo, como lo declara su mismo nombre, que la naturaleza y razón humana ha de ser en todo maestra y soberana absoluta; y, sentado esto, descuidan los deberes para con Dios o tienen de ellos conceptos vagos y erróneos. Niegan, en efecto, toda divina revelación; no admiten dogma religioso ni verdad alguna que la razón humana no pueda comprender, ni maestro a quien precisamente deba creerse por la autoridad de su oficio. Y como, en verdad, es oficio propio de la Iglesia católica, y que a ella sola pertenece, el guardar enteramente y defender en su incorrupta pureza el depósito de las doctrinas reveladas por Dios, la autoridad del magisterio y los demás medios sobrenaturales para la salvación, de aquí el haberse vuelto contra ella toda la saña y el ahínco todo de estos enemigos.
12. Véase ahora el proceder de la secta masónica en lo tocante a la religión, singularmente donde tiene mayor libertad para obrar, y júzguese si es o no verdad que todo su empeño está en llevar a cabo las teorías de los naturalistas. Mucho tiempo ha que trabaja tenazmente para anular en la sociedad toda influencia del magisterio y autoridad de la Iglesia; por esto proclaman y defienden doquier el principio de que “Iglesia y Estado deben estar por completo separados” y así excluyen de las leyes y administración del Estado el muy saludable influjo de la religión católica, de donde se sigue que los Estados se han de constituir haciendo caso omiso de las enseñanzas y preceptos de la Iglesia.”
No es un tema menor que la práctica masónica incluye juramentos de secreto y fidelidad a la logia que entran en conflicto con la obediencia que un católico debe a la Iglesia y a Dios. El carácter secreto y esotérico de muchos rituales masónicos ha sido visto por la Iglesia como una forma de ocultismo incompatible con la luz de la fe cristiana. Es que ciertamente, el hombre es no sólo un animal político, sino un animal religioso; la creencia es parte de su identidad. La masonería promueve una antropología basada en la autodeterminación moral del ser humano, al margen de la ley natural y del designio de Dios, y en consonancia con el liberalismo ilustrado. En contraposición, la antropología cristiana sostiene que el hombre está llamado a vivir según una ley moral objetiva inscrita por Dios en su corazón.
La Iglesia también ha identificado en la masonería una fuerte tendencia revolucionara al laicismo militante y al racionalismo, los cuales han influido en la creación de sistemas educativos y políticos que marginan la fe (si es que no la persiguen abiertamente). Esto ha sido particularmente notorio en contextos históricos como la Revolución Francesa, el Risorgimento italiano y la secularización en Hispanoamérica, donde sectores masónicos desempeñaron un papel activo en la limitación del poder eclesiástico.
A pesar de la ausencia de una mención explícita en el nuevo Código de Derecho Canónico de 1983, la Congregación para la Doctrina de la Fe, bajo la prefectura del Cardenal Joseph Ratzinger, emitió una declaración aclaratoria reafirmando que “la pertenencia a asociaciones masónicas sigue estando prohibida por la Iglesia”[6]. Se afirmaba además que “los fieles que pertenezcan a asociaciones masónicas están en estado de pecado grave y no pueden acceder a la Sagrada Comunión”.
Esta posición ha sido reiterada por diversas conferencias episcopales a lo largo del mundo y por documentos posteriores. A pesar de los cambios culturales, la Iglesia mantiene que las diferencias doctrinales son fundamentales y no negociables.
La condena de la masonería por parte de la Iglesia Católica no se basa en prejuicios o teorías conspirativas, sino en profundas diferencias doctrinales, filosóficas y morales. La Iglesia sostiene que la pertenencia a la masonería implica aceptar principios contrarios a la fe cristiana, como el relativismo religioso, el naturalismo ético y el rechazo de la revelación divina. Por ello es que uno debe ser cauto con aquellos auto percibidos católicos que entran en diálogos con logias ya condenadas.
[1] Ginés, P. J. (2025, mayo 23). La masonería crece en España y en Italia: ¿es sed espiritual o sólo buscan hacer contactos? Religión en Libertad. https://www.religionenlibertad.com/lo-oculto/250523/masoneria-crece-espana_112385.html?fbclid=PAQ0xDSwKdUABleHRuA2FlbQIxMAABpxJvRtv9sZmFV1xAWG4vgk8QXc8lpi9UwUBjrwE5Kj8tOtfn_XaCXAAheYo2_aem_meZzLRXXq3tTyXfQ7qPjTw
[2] Xii, P. C. (1738, abril 28). In eminenti. Papalencyclicals.net. https://www.papalencyclicals.net/clem12/c12inemengl.htm
[3] QNTLC [@QNTLC]. (s/f). Masonería y gnosticismo. Un tema actual. Entrevista al P. Jesús Sánchez. Youtube. Recuperado el 23 de mayo de 2025, de https://www.youtube.com/watch?v=Roi2M1DDRNY
[4] Entradas, V. M. (2022, enero 27). PROVIDAS ROMANORUM. Abba Patter. https://abbapatter.org/2022/01/27/providas-romanorum/
[5] HUMANUM GENUS – ENCYCLICAL OF POPE LEO XIII ON FREEMASONRY
[6] Vatican News. (2023, noviembre 15). Masonería, para los católicos sigue siendo incompatible pertenecer a una logia. Vatican News. https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2023-11/masoneria-para-los-catolicos-sigue-siendo-incompatible-pertenece.html