Recientemente, Mattel se ha encontrado en el centro de una controversia por incluir el enlace a un sitio web pornográfico en las cajas de sus muñecas inspiradas en la película Wicked.
Según un artículo de CNN, la empresa alega que este fue un “error” y que no fue a propósito, pero ¿realmente podemos creerlo? La situación plantea dudas graves, especialmente en un contexto donde los valores y la inocencia de los niños están siendo atacados por sectores de la industria y el entretenimiento. Este tipo de incidentes debería abrirnos los ojos a los padres, consumidores y a todos los ciudadanos.
En la era actual, donde cada detalle de marketing y empaquetado pasa por un sinfín de revisiones, resulta inverosímil que una empresa de la magnitud de Mattel “accidentalmente” incluya un enlace inapropiado. Este tipo de “errores” hace difícil no cuestionar si realmente existe un trasfondo o una agenda que apunte a normalizar la exposición de contenidos para adultos a los niños. En lugar de protegerlos, los gigantes corporativos parecen cada vez más dispuestos a arriesgarse a contaminar su inocencia.
Este tipo de situaciones no es un evento aislado. Muchos han notado un patrón creciente en el que las grandes corporaciones, bajo el disfraz de diversidad e inclusión, están permitiendo que materiales inapropiados lleguen cada vez más a los niños. La cultura de la responsabilidad corporativa debería exigir que Mattel y otras empresas tomen medidas concretas para evitar que algo así se repita. Sin embargo, cuando los medios como CNN tratan de minimizar estas acciones como simples “errores,” se percibe un intento por exculpar a las grandes corporaciones de su responsabilidad.
Bajo un liderazgo conservador, este tipo de “errores” no se dejaría pasar como un simple desliz. La administración de Trump se ha comprometido a luchar contra la exposición de contenidos inapropiados y la agenda de sexualización temprana. Este es precisamente el tipo de política que necesitamos para proteger a los niños y a las familias de agendas ideológicas que buscan adoctrinarlos bajo el disfraz de la inclusividad.
Mattel y otros gigantes corporativos deben saber que el tiempo de la impunidad ha terminado. No podemos permitir que los errores pasen desapercibidos ni que los medios se conviertan en cómplices de una narrativa que exculpa lo inexcusable