En una muestra más de las consecuencias demenciales que retratan a una sociedad sin brújula moral, una clínica en Oregón ha empezado a ofrecer sus servicios eutanásicos a enfermos terminales de otros estados. Esto quiere decir que un paciente terminal de un estado en el que la eutanasia no sea legal, puede viajar a Oregón y recibir los fármacos que lo lleven a muerte, luego de cumplir con los requisitos y papeleos requeridos.
El Daily Mail publicó que “Oregón se ha convertido en el primer destino de “turismo de la muerte” de Estados Unidos, donde los enfermos terminales de Texas y otros estados que han prohibido el suicidio asistido han empezado a viajar para conseguir un cóctel mortal de fármacos para poner fin a sus vidas”.
“En el bastión liberal de Portland”, señala la publicación, “al menos una clínica ha empezado a recibir a personas de fuera del estado a las que les quedan menos de seis meses de vida y que cumplen otros estrictos requisitos de la ley estatal de Muerte Digna (DWD)”.
La nota añade que “el Dr. Nicholas Gideonse, director de End of Life Choices Oregon, declaró recientemente en una mesa redonda que estaba aconsejando a los no residentes con enfermedades terminales que viajaran a Oregón para poner fin a sus vidas, a pesar de la zona gris legal”.
“El Dr. Gideonse, partidario de la terapia de los “hongos mágicos”, afirmó que estaba ayudando a un tejano que padecía la enfermedad de Lou Gehrig y a un paciente de un hospicio de la costa este, pero añadió que todavía no había “toneladas de gente que viniera de todas partes””, señala el Daily Mail.
Según detalla la nota, “los residentes fuera del estado deben poder pasar al menos 15 días en Oregón para tramitar el papeleo, que requiere la firma de dos médicos y testigos, antes de administrarse ellos mismos la dosis mortal, dice el sitio web de la clínica”.
El artículo también afirma que “Matt Vallière, director ejecutivo del grupo de campaña Patients Rights Action Fund (Fondo de Acción por los Derechos de los Pacientes), afirmó que las normas estadounidenses sobre la ayuda médica para morir ya eran “endebles y fáciles de eludir” y que permitir el turismo suicida agravaba los problemas de un sistema defectuoso”.
“Se llega a este escenario del Salvaje Oeste en el que la gente se lleva los fármacos a sus estados de origen, y hay muchas más preguntas que respuestas sobre lo que pasaría después”, dijo Vallière, citado por la publicación.
Puede leer el artículo completo en inglés aquí.