En una carta pastoral emitida el 31 de enero, el obispo Michael Burbidge de Arlington, Virginia, enfatizó que la implementación de una política de inmigración no debe crear un conflicto entre la dignidad humana y el estado de derecho.
El obispo Burbidge abrió su carta pastoral ofreciendo “aliento pastoral” al presidente Donald Trump, al vicepresidente JD Vance, a los líderes del Congreso, a otros funcionarios electos y a todos los católicos y personas de buena voluntad, instándolos a “considerar el bien común de nuestro país con la luz de la fe”.
El Obispo subrayó más adelante en la carta que “el estado de derecho es defender y promover el bien común” y que “la reforma migratoria integral no necesita dañar la dignidad de ninguna persona”.
“Incluso cuando la reforma migratoria incluye la repatriación de aquellas personas que han cometido delitos violentos o que de alguna otra manera violan los términos de un derecho a permanecer en el país, se puede respetar la dignidad humana”, escribió. “No debemos presuponer que existe un conflicto entre la dignidad humana y el estado de derecho”.
El obispo Burbidge también reconoció la realidad de la delincuencia en algunas poblaciones inmigrantes. “Lamentablemente, algunos de los que han entrado en nuestro país, legal o ilegalmente, han cometido delitos graves”, escribió. “Debe haber consecuencias para ese tipo de comportamiento, ya que no hay lugar para la violencia, el tráfico de personas o la actividad de pandillas en nuestra sociedad. Nuestras leyes existen para salvaguardar el bien de todos y deben ser respetadas”.
Citando a otros obispos católicos que recientemente han abordado el tema de la inmigración en respuesta a las redadas de deportación federales, el obispo Burbidge afirmó su posición compartida “de que cada país tiene el derecho y la responsabilidad ‘de promover el orden público, la seguridad y la protección a través de fronteras bien reguladas y límites justos a la inmigración’”.
“Todos mis hermanos obispos están de acuerdo con esto y, junto con el Papa Francisco, afirmamos que cada migrante es ‘un hijo de Dios’”, agregó el obispo Burbidge.
El obispo Burbidge destacó las diversas comunidades inmigrantes que enriquecen a la Iglesia en el norte de Virginia y reiteró los principios de larga data de la Iglesia: “los derechos de las personas a la integridad y unidad de sus familias independientemente de dónde se establezcan” y “el derecho de todos al cuidado espiritual que brindan los sacramentos”.
Recordó a los católicos su deber moral: “También estamos obligados, como creyentes en Jesucristo, a servir a quienes acuden a nosotros en busca de ayuda, sin importar quiénes sean”.
“Por estas razones, ruego a los responsables de hacer cumplir la ley que se abstengan de entrar en nuestros espacios sagrados a menos que sea absoluta e inequívocamente necesario para garantizar la seguridad de todas las personas”, instó.
Concluyó con una firme declaración de la posición de la Iglesia: “Somos una Iglesia que defiende la justicia, no contra la aplicación de la ley, sino por su aplicación con misericordia y comprensión para el bien de todas las personas y de nuestro país”.