El obispo John Barres de Rockville Centre ha condenado una enmienda propuesta a la Constitución del Estado de Nueva York que institucionalizaría la ideología de género, con ramificaciones de amplio alcance.
En una carta publicada el 23 de septiembre, el obispo Barres expresó sus preocupaciones sobre los posibles efectos de la enmienda en los niños, las familias, las escuelas, las iglesias y las empresas.
“La enmienda agregaría un nuevo lenguaje a la versión estatal de la ‘Declaración de Derechos’ que, de aprobarse, podría insertar la ideología de género en los deportes infantiles y de adultos, las escuelas, los hospitales e incluso nuestras iglesias”, escribió el obispo.
En una declaración enviada por correo electrónico a CatholicVote, el obispo Barres instó a los neoyorquinos a votar “No” a la medida, explicando: “La enmienda no hace nada para garantizar la igualdad ante la ley, sino que busca destripar los derechos de los padres y socavar la libertad religiosa de las parroquias, escuelas y hospitales católicos”.
El texto de la enmienda añade a la Constitución de Nueva York una prohibición de “discriminación” basada en “edad… orientación sexual, identidad de género, expresión de género, embarazo, resultados del embarazo y atención médica y autonomía reproductiva”.
Los obispos de Nueva York también han condenado colectivamente la enmienda propuesta en una declaración reciente. Advirtieron que debido a su texto amplio, la enmienda “legalizaría de manera efectiva y permanente el aborto sin restricciones y hasta el momento del nacimiento en Nueva York”.
“Además de ser redundante en un estado que ya ha eliminado todas las limitaciones al aborto, la enmienda haría imposible cualquier cambio a la ley si los corazones y las mentes de los neoyorquinos alguna vez cambiaran hacia la protección del niño en el útero”, escribieron los obispos.
En su carta del 23 de septiembre, el obispo Barres alertó de que, dado el amplio alcance de la enmienda, ésta impondría la apertura de los deportes femeninos, los baños y los vestuarios a los hombres que se identifiquen como transgénero, así como la adopción de “pronombres preferidos” en empresas y escuelas. La medida también exigiría a los hospitales católicos que ofrecieran cirugías, bloqueadores de la pubertad y hormonas transexuales que mutilan o esterilizan químicamente a los menores, y limitaría la capacidad de las instituciones católicas para emplear únicamente a personas que defiendan la enseñanza católica sobre la moralidad sexual.
En su carta, el obispo Barres pidió a los fieles que participaran activamente en la reforma y se hizo eco de la postura de los obispos católicos estadounidenses, que han condenado prácticas como la ingeniería genética, las cirugías transgénero y los tratamientos hormonales por considerarlas contrarias a los principios del respeto a la vida humana y a la integridad del cuerpo.
“Los neoyorquinos que no desean que la Constitución del Estado se utilice para implementar una ideología de género dañina que afectaría a casi todas las facetas de la vida cotidiana, desde los deportes hasta las escuelas, desde los baños hasta los gimnasios y los hospitales, incluso en iglesias, sinagogas y mezquitas, deben votar ‘NO’ a la Propuesta Uno”, concluyó el obispo Barres.
La carta del obispo Barres llega poco después de las recientes directrices del obispo de Indiana, Kevin Roades, que abordan la identidad sexual. Además, un grupo de expertos católicos ha publicado materiales que ofrecen orientación a los líderes de la Iglesia sobre cómo abordar las complejidades de la ideología de género de acuerdo con la enseñanza católica.
En los últimos debates nacionales también se han puesto de relieve las preocupaciones sobre los graves daños que puede causar la ideología de género, en particular en lo que respecta a los bloqueadores de la pubertad y las intervenciones médicas para menores. Veinte fiscales generales han exigido que la Academia Estadounidense de Pediatría se retracte de sus afirmaciones de que los bloqueadores de la pubertad y las hormonas transexuales son “reversibles”, a pesar de que existen pruebas claras y estudios que demuestran lo contrario.