Aunque la Solemnidad de María no es un día santo de precepto este año, un obispo estadounidense escribió una carta animando a su rebaño a asistir a Misa el 1 de enero.
El obispo Oscar Solís de la Diócesis de Salt Lake City, Utah, publicó una carta el 29 de diciembre alentando a los católicos a recibir el año nuevo asistiendo a Misa el día 1, aunque este año no es un día santo de obligación.
“Animo a todos a ir a Misa el 1 de enero para orar y buscar la amorosa intercesión de nuestra Santísima Madre, para que Jesús, su hijo, pueda inspirarnos y empoderarnos con su gracia para emular, imitar y seguir su ejemplo para que podamos sean hijos de Dios fieles, humildes y obedientes, como él”, dijo el obispo Solís.
Normalmente, la Solemnidad de María, que honra a la Santísima Madre por su papel en la historia de la salvación como madre de Jesús, se observa como un día santo de obligación. Pero, en 1992, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos aprobó una ordenanza que ya no requería que los católicos asistieran a Misa en la Solemnidad de María, la Solemnidad de la Asunción o la Solemnidad de Todos los Santos si el día festivo cae en lunes o lunes. Sábado.
Además de alentar a los fieles a asistir a Misa el lunes, Solís brindó una reflexión sobre cómo el comienzo de un nuevo año es una hermosa oportunidad para reflexionar sobre el pasado y hacer ajustes para el futuro.
“(El Año Nuevo) es una oportunidad no sólo para reflexionar sobre nuestro pasado sino para esforzarnos resueltamente por comenzar de nuevo, enfocados en mejorarnos para convertirnos en las personas para las que Dios nos ha creado”, escribió Solís. “Podemos comenzar dejando que lo viejo dé paso a lo nuevo, para que podamos seguir adelante con las lecciones que hemos aprendido guardadas en nuestros corazones, para que podamos comenzar de nuevo con la esperanza de una nueva perspectiva en todos los aspectos de la vida que tenemos por delante”.
Solís invitó a los fieles a responsabilizarse de su relación con Dios en el nuevo año, recordándoles que Dios les tiende la mano, pero a ellos les corresponde aceptarla.
“La gracia de Dios está siempre presente”, dijo Solís. “Pero depende de nosotros hacer realidad en nuestras vidas la creación de una nueva era de amor, justicia y paz, convirtiéndonos en administradores responsables de las bendiciones de Dios, constructores de unidad e instrumentos de cambio para transformar el mundo para que sea un lugar mucho mejor”.