El Papa Francisco advirtió sobre los peligros de la inteligencia artificial en un mensaje reciente antes del Día Mundial de las Comunicaciones Sociales, calificando el auge de la IA como “emocionante” y “desorientador”.
“El desarrollo de sistemas de inteligencia artificial… está afectando radicalmente al mundo de la información y la comunicación y, a través de él, a ciertos fundamentos de la vida en sociedad”, escribió Francisco. “¿Cómo podemos seguir siendo plenamente humanos y guiar esta transformación cultural para que sirva a un buen propósito?”
Francisco dijo que la solución es reflexionar sobre el corazón de la humanidad, que es la sabiduría que sólo Dios nos ha dado.
“Sólo adoptando una manera espiritual de ver la realidad, sólo recuperando la sabiduría del corazón, podemos afrontar e interpretar la novedad de nuestro tiempo y redescubrir el camino hacia una comunicación plenamente humana”, escribió, añadiendo que “esa sabiduría no puede buscarse en las máquinas”.
Francisco también dijo que la IA también brinda a los humanos la oportunidad de intentar “ser como Dios sin Dios”.
“Nuestros mismos cuerpos, creados para la comunicación y la comunión, pueden convertirse en un medio de agresión”, escribió. “Así también, cada extensión técnica de nuestra humanidad puede ser un medio de servicio amoroso o de dominación hostil”.
La IA ya ha planteado varias amenazas a la comunidad y los valores humanos, desde una imagen viral falsificada del propio Papa Francisco el año pasado hasta imágenes pornográficas de personas reales generadas por IA y la posibilidad de generar mensajes falsos pero creíbles que amenazan las relaciones internacionales.
Si bien Francisco reconoció que la IA también tiene el potencial de usarse bien, también aleja a los humanos de la realidad al colocarlos en “cámaras de eco” digitales.
“En tales casos, en lugar de aumentar el pluralismo de la información, corremos el riesgo de encontrarnos a la deriva en un fango de confusión, presa de los intereses del mercado o de los poderes fácticos”, escribió.
“La representación de la realidad en ‘big data’, por útil que sea para el funcionamiento de las máquinas, implica en última instancia una pérdida sustancial de la verdad de las cosas, obstaculizando la comunicación interpersonal y amenazando nuestra propia humanidad”, continuó:
La información no se puede separar de las relaciones vivas. Estos involucran el cuerpo y la inmersión en el mundo real; implican correlacionar no sólo datos sino también experiencias humanas; requieren sensibilidad hacia los rostros y las expresiones faciales, compasión y compartir.
Depende de nosotros decidir si nos convertiremos en pasto de los algoritmos o alimentaremos nuestros corazones con esa libertad sin la cual no podemos crecer en sabiduría.