Jesús ofrece el único camino para lograr la paz verdadera —no sólo “treguas y compromisos”— en un mundo marcado por la violencia y el conflicto, afirmó esta semana el Patriarca Latino de Jerusalén.
La homilía del cardenal Pierbattista Pizzaballa del 1 de enero para la solemnidad de María, Madre de Dios, incluyó un mensaje de esperanza a una comunidad que ha sido afectada por disturbios y sufrimiento durante más de un año, mientras continúa la guerra entre Hamas e Israel.
Dirigirse a Jesús y orar por la paz —y no sólo hablar de ella— es esencial hoy, afirmó el cardenal en la solemnidad que el Papa Pablo VI estableció como Jornada Mundial de la Paz en 1967.
“Sin mirar hacia arriba, sin acoger el don que Dios ha dado a la humanidad, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, difícilmente tendremos los medios para interpretar estos tiempos difíciles – afirmó el cardenal Pizzaballa –. Difícilmente podremos mantener abiertas las puertas de nuestro corazón al deseo sincero de paz y creer en su realización. En cambio, nos aplastaría el peso de la desconfianza y de la resignación”.
La verdadera paz sólo se puede lograr encontrando a Jesucristo, escuchando su palabra y convirtiéndose en sus discípulos, afirmó el cardenal.
Los pastores del Evangelio de Lucas son un ejemplo claro de las acciones que se deben llevar a cabo para alcanzar la paz. Fueron a Belén después de oír el anuncio del nacimiento de Jesús, dijo el cardenal, “encontraron al niño y, llenos de alegría, reconocieron en Jesús el don de Dios y recibieron así esa paz”.
Destacando el ejemplo de los pastores, el cardenal Pizzaballa explicó que es crucial no sólo buscar y conocer a Jesús, sino también reconocerlo a Él y su camino salvador.
“Encontrar a Jesús significa reconocer que el don que Él es para nosotros debe transformarse en perdón para los hermanos”, afirmó el cardenal. “Encontrar a Jesús significa caminar en su camino, tomar su cruz, es decir, su modo de actuar y de amar”.
Durante la homilía, también instó a examinar personalmente la propia disposición a buscar la paz, escucharla y trabajar por ella, en lugar de esperar que otros la consigan. La paz la da Dios, dijo, pero también requiere perseverancia y dejar de lado el egoísmo.
“Sin esta voluntad de ser discípulos de Cristo, seremos capaces de treguas y compromisos, pero no conoceremos la verdadera paz”, afirmó el cardenal Pizzaballa. “Esta sólo viene de la cruz, que no es disponibilidad al dolor y a la muerte, sino decisión de entregarse hasta el final, en la esperanza segura de la fecundidad de la Pascua”.
“Creo que ésta es la contribución más auténtica que los cristianos podemos y debemos dar a la causa de la paz: recordar a todos que la paz nunca será simplemente el resultado de acuerdos humanos”, continuó.
La paz sólo puede venir de un aumento del amor, dijo el cardenal, a través de Jesús.
“Que el Niño de Belén, junto con la Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, sigan encendiendo en cada uno de nosotros, en nuestra comunidad eclesial, ese amor que sólo puede darnos la fuerza y el coraje de comenzar de nuevo –concluyó–, para escuchar la paz, reconocerla en la persona de Jesús y realizarla una y otra vez, sin cansarnos nunca, aquí, en nuestra comunidad y en nuestra sociedad civil”.