El fundador del Camino Neocatecumenal dijo que simplemente esperó “que muera el Papa” y que “Bergoglio los ha salvado”. Pronunció estas palabras en un encuentro del Camino Neocatecumenal (Puerto Rico, 2017), pero recién ahora se hacen públicas.
El Camino Neocatecumenal nace en el año 1964 en las chabolas de Palomeras Altas, en Madrid (España). El ambiente de las barracas estaba formado por los más degradados de la sociedad: gitanos y quinquis, en gran parte analfabetos, vagabundos, ladrones, prostitutas, jóvenes delincuentes, emigrantes, etc. En este ambiente germinó la semilla del Camino Neocatecumenal. Entre los pobres y marginados que, al recibir el anuncio de Cristo muerto y resucitado, ven cómo el Espíritu Santo suscita un proceso de iniciación cristiana a imagen del catecumenado de la Iglesia primitiva.
En el año 1974, el papa Pablo VI, en una audiencia concedida a las primeras comunidades neocatecumenales, reconoce el Camino como un fruto del Concilio Vaticano II: “¡He aquí los frutos del Concilio! Vosotros hacéis después del Bautismo lo que la Iglesia primitiva hacía antes: el antes o después es secundario. El hecho es que vosotros miráis a la autenticidad, a la plenitud, a la coherencia, a la sinceridad de la vida cristiana. Y esto tiene un mérito grandísimo, que nos consuela enormemente (…) ¡Cuánta alegría nos dan con su presencia y actividad!”.
San Juan Pablo II impulsó, fortaleció y facilitó el desarrollo de esta iniciación cristiana de adultos, propiciando nuevas modalidades misioneras y vocacionales como las familias en misión y la formación de los seminarios diocesanos misioneros Redemptoris Mater. En 1990 San Juan Pablo II escribió en la carta Ogniqualvolta: “Reconozco el Camino Neocatecumenal como un itinerario de formación católica válida para la sociedad y para los tiempos de hoy”, y “deseo vivamente, por tanto, que los hermanos en el episcopado valoricen y ayuden –junto con sus presbíteros– a esta obra para la nueva evangelización”.
Aquí viene el impase. Algo sucedió con Benedicto XVI. Si bien en la página oficial del Camino Neocatecumenal se explica que “ha acompañado, sostenido y animado la expansión misionera del Camino”, aparecen hoy estas declaraciones en las que el fundador básicamente dice que rezó para que muera el Sumo Pontífice. “¡No murió pero dimitió!”. Durante su pontificado, en 2008, fueron aprobados los Estatutos de manera definitiva por el Pontificio Consejo para los Laicos. A su vez, la Congregación para la Doctrina de la Fe da su aprobación doctrinal al Directorio Catequético en el año 2010.
Acto seguido, dice “Bergoglio nos ha salvado”. Claro, las palabras del Papa para el movimiento neocatecumenal siempre han sido fenomenales: «Doy gracias al Señor por la alegría de vuestra fe y por el ardor de vuestro testimonio cristiano, ¡gracias a Dios! (…) Os doy las gracias por todo lo que hacéis en la Iglesia y en el mundo”, dijo el Papa Francisco en la primera audiencia con los iniciadores y los hermanos del Camino en 2014. El actual Pontífice ha enviado solemnemente en diversas ocasiones a familias en misión, presbíteros y nuevas missio ad gentes en lugares del mundo descristianizados.
El 6 de marzo de 2015, en una nueva audiencia con el Camino, se dirigía a los iniciadores y a los miembros del Camino presentes de esta manera: “Saludo a los iniciadores del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello y Carmen Hernández, junto con el Padre Mario Pezzi; también a ellos les expreso mi aprecio y mi aliento por todo lo que, a través del Camino, están haciendo en beneficio de la Iglesia. ¡Yo digo siempre que el Camino Neocatecumenal hace un gran bien a la Iglesia!”.
¿Qué tan legítimo es defender las declaraciones del fundador del Camino Neocatecumenal cuando básicamente le deseó la muerte al Papa? ¿Pesa más ser aparentemente “tradicionalista” o practicar la Doctrina Social de la Iglesia. Es necesario que se aclare este asunto porque no es cosa menor.
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Foto: nacho-arteaga/unsplash