La Justicia de EE.UU. presentó los primeros cargos por crimen organizado contra el Tren de Aragua, una pandilla nacida en Venezuela que se ha infiltrado en el país a través de la migración masiva. La acusación marca un precedente legal y refuerza la preocupación por el ingreso de redes criminales bajo la apariencia de refugiados.
Estados Unidos ha dado un paso firme contra una de las bandas criminales transnacionales más peligrosas del hemisferio occidental. El Departamento de Justicia presentó esta semana los primeros cargos por crimen organizado (RICO) contra miembros del Tren de Aragua, una organización criminal de origen venezolano que ha expandido su red de violencia, extorsión y tráfico humano a suelo estadounidense.
Los cargos marcan un precedente: es la primera vez que se aplica una acusación federal de este calibre contra miembros de esta pandilla en Estados Unidos. El Tren de Aragua, formado inicialmente dentro de las cárceles venezolanas, ha aprovechado las rutas migratorias masivas y la porosidad fronteriza para extender su alcance a países como Colombia, Perú, Chile y, ahora, Estados Unidos.
De acuerdo con el fiscal federal Philip Sellinger, los nueve acusados —enfrentando cargos en Nueva Jersey— son responsables de una serie de delitos violentos incluyendo secuestro, tráfico sexual, extorsión y posesión de armas ilegales. El uso de la ley RICO, originalmente diseñada para desmantelar la mafia, refleja la gravedad de las actividades delictivas de esta pandilla extranjera que ya opera en al menos seis estados norteamericanos.
La investigación también revela una estrategia sofisticada de reclutamiento y control: algunos de los imputados habrían usado redes sociales para captar víctimas, explotarlas sexualmente y obligarlas a pagar “deudas” inventadas bajo amenaza de violencia.
Este avance judicial ocurre en un momento en el que Estados Unidos enfrenta una crisis migratoria sin precedentes, con récords de cruces fronterizos ilegales y una creciente presión sobre las ciudades santuario. La presencia del Tren de Aragua refuerza las preocupaciones de que los vacíos de seguridad fronteriza están siendo explotados por grupos criminales extranjeros, poniendo en riesgo a comunidades enteras.
El caso podría convertirse en modelo para futuras acusaciones contra redes criminales extranjeras que operan bajo la sombra de flujos migratorios irregulares. Como afirmó Sellinger, “este caso envía un mensaje claro: no permitiremos que estas organizaciones internacionales siembren terror en nuestras calles”.