La salud pública en Estados Unidos está en una encrucijada. Con tasas de obesidad y enfermedades crónicas en niveles históricos, la administración de Trump, junto con Robert F. Kennedy Jr., ha planteado una iniciativa audaz para priorizar la salud de la población frente a los intereses de la industria farmacéutica y alimentaria.
Esta alianza marca un cambio significativo en las prioridades republicanas y representa una llamada a “Make America Healthy Again” (Hagamos que Estados Unidos vuelva a ser saludable), que pone en primer plano temas como la alimentación nutritiva, la prevención de enfermedades y una regulación más estricta de los productos consumidos por los ciudadanos.
Estados Unidos enfrenta una de las tasas de enfermedades crónicas más altas del mundo desarrollado, afectando a un 60% de los adultos, según datos recientes del CDC. Esta crisis no solo reduce la calidad de vida, sino que impone un gasto médico anual de más de 4 billones de dólares. La administración de Trump y RFK Jr. buscan revertir esta tendencia con un enfoque preventivo, que incluye no solo un cambio en la dieta y una regulación de los alimentos procesados, sino también la creación de una comisión presidencial independiente. Esta comisión, libre de influencias de grandes farmacéuticas, investigaría las causas subyacentes de las enfermedades crónicas y propondría soluciones que promuevan la salud real y sostenible.
Karoline Leavitt, portavoz de la campaña de Trump, indicó que esta nueva comisión estaría compuesta por expertos sin lazos con la industria farmacéutica. El exdirector de los CDC, Dr. Robert Redfield, defendió esta idea, señalando que “durante 50 años construimos un sistema enfocado en enfermedades y no en la salud”. La comisión tendrá como misión investigar el aumento en enfermedades crónicas y proponer un sistema de salud centrado en la prevención, reduciendo así la dependencia de medicamentos costosos.
La obesidad afecta a más del 40% de los estadounidenses, y la administración de Trump contempla eliminar el subsidio a alimentos procesados bajo el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP). Sid Miller, comisionado de Agricultura de Texas, es uno de los defensores de esta medida, quien argumenta que la eliminación de alimentos ultraprocesados de SNAP podría mejorar la salud pública y reducir los gastos médicos a largo plazo. Además, Miller propone implementar a nivel nacional programas como Texas Fresh Farm, que ofrecen productos frescos a estudiantes y reducen la dependencia de comida ultraprocesada.
A raíz de la respuesta a la pandemia, millones de estadounidenses perdieron la confianza en las agencias federales de salud, que muchos perciben como controladas por intereses corporativos. Para que esta nueva administración tenga éxito en su agenda de salud, es esencial reconstruir esa confianza y garantizar la transparencia en las decisiones de salud pública. Como señaló el Dr. Redfield, “los mandatos de vacunación y el cierre de la economía fueron errores que debemos aprender a evitar en el futuro”. La iniciativa de MAHA, que fomenta un debate abierto y honesto sobre temas de salud, pretende restaurar la credibilidad de las instituciones y colocar a la salud pública como una prioridad nacional.
RFK Jr. ha sido un crítico abierto de las agencias reguladoras y sus relaciones con las grandes corporaciones. En una reciente aparición, Kennedy preguntó: “¿No quieren un presidente que elimine las sustancias químicas de nuestros alimentos y la corrupción de nuestras agencias?” Esta postura refleja una visión de un gobierno responsable, dedicado a priorizar la salud de la población por encima de los intereses corporativos.
La crisis de salud en Estados Unidos afecta de manera especial a grupos vulnerables, como las personas con autismo, quienes a menudo sufren efectos agravados debido a la falta de información sobre dietas adecuadas y la abundancia de alimentos ultraprocesados. Yo como madre de un niño con autismo puedo dar fe de algo perfectamente observable: la dieta sí hace la diferencia. Si mi hijo come un pan, su atención termina por los suelos y ese día, habla menos. Así de tangible es el cambio.
Numerosos estudios indican que una dieta rica en azúcares y alimentos procesados puede intensificar ciertos síntomas en personas con autismo, como problemas de comportamiento, digestivos y dificultades para regular la energía. Sin embargo, la falta de orientación y de políticas que promuevan una alimentación más natural y balanceada contribuye a que estas personas, y sus familias, enfrenten mayores desafíos. La iniciativa de MAHA (Make America Healthy Again), al centrarse en una alimentación saludable, podría suponer una mejora significativa en la calidad de vida de estos grupos, promoviendo no solo el bienestar general, sino también un sistema de salud más inclusivo y consciente de estas necesidades especiales.
Así que, como bien ha dicho Bobby Kennedy Jr.: Amemos a nuestros hijos más de lo que nos odiamos entre nosotros. Votemos pensando en ellos. Make America Healthy Again.