Esta nueva época requiere que hablemos a profundidad de ciertos temas, ya que las distancias se han acortado gracias al uso de la tecnología. Uno de ellos es el de las relaciones a larga distancia. ¿Cómo podemos llevarlas desde la fe? ¿Es posible amar a larga distancia? Aquí algunas apreciaciones.
Según anagrama.pe, las relaciones de pareja son dinámicas. Empiezan con la atracción y la emoción para luego configurar una hermosa alianza. ¿Qué sucede en el camino cuando vamos haciéndonos adultos con nuestra pareja? ¿o cuando el camino a la virtud se vive en ritmos distintos? Más aún, ¿qué pasa cuando están genuinamente separados y aún no se casan? Aquí es importante reflexionar para que, con el favor de Dios, la relación tenga éxito.
Cuando ya estamos en pareja hay aspectos que pueden aumentar la probabilidad de que la relación continúe en el tiempo y sea una fuente de satisfacción y otras que se estanque o se deteriore y se acabe rompiendo. Una de estas cuestiones son las relaciones a distancia.
Las relaciones a distancia implican una separación física de la pareja, donde el contacto directo no es frecuente y principalmente es telemático. Con las redes sociales es más sencillo mantenerla, pero esta circunstancia también genera ansiedades, infidelidades, etc. El reto es mantener la relación sana y estable mientras la pareja está a distancia.
Hay que decirlo: no existe una fórmula de éxito, pero hay algunos consejos, que son los mismos que se necesitan para mantener una relación que no es a distancia. La única diferencia es que en las relaciones a distancia estos componentes tendrán que cuidarse con especial atención.
Un pilar básico en la resolución de un problema o conflicto es la comunicación: comprender a la otra persona, explicar cómo nos sentimos, negociar y llegar a acuerdos. Esto ya es complicado en una relación estándar, pero más en una relación a distancia porque se pierde la comunicación no verbal. Los problemas de comunicación en pareja dificultan que nos entendamos y puede llevar a confusiones.
En ocasiones la distancia puede ser positiva porque me da margen de reacción y me ayuda a gestionar mis reacciones y emociones. Da tiempo a pensar qué decir, pero da pie a malentendidos. Pero no podemos utilizar el contacto físico (caricias, besos…) para rebajar la tensión tras un conflicto así que hay que reinventar la manera de transmitir ese afecto a la persona que tienes lejos. Como en el matrimonio, lo mejor es no irse a dormir sin solucionar los problemas.
El secreto para saber si una relación a distancia está funcionando es la comunicación, va a ser el éxito casi asegurado.
La relación es cambiante, pasa por diferentes fases y requiere necesidades y disposiciones diferentes. Mantener una relación a distancia constantemente hace que pierdas una parte de intimidad y de evolución. Indefinidamente no es viable.
Como cualquier comienzo, es complicado. Hacerlo poco a poco, gradualmente, con grandes dosis de paciencia, comunicación y respetando sus espacios. Lo más importante: esta etapa viene después del matrimonio y la pareja se conocerá desde otra perspectiva. Ambos deben comprender que forma parte del proceso y es necesario para que la relación avance. Entre visita y visita, deben tomar nota de ciertos hábitos, costumbres y actitudes, para que esta parte no sea tan chocante. A la luz de la unión católica, es más sencillo porque ambos están sometidos al juramento que hicieron ante el Altísimo y no lo pueden defraudar. Con amor, todo es posible.
Esta es la parte más difícil. En el proceso de una relación de noviazgo a larga distancia, corresponde ir y dejar ir al país o provincia en el que se encuentran temporalmente. No vamos a decirles que no lloren, todo lo contrario. Desahogar, dejar salir los sentimientos y expresar la frustración de no vivir juntos es sumamente positivo. Reprimir estas emociones carga a la persona de negatividad y esto puede afectarle hasta a niveles de salud. Para poder llevar esto con la mayor calma posible, les dejamos algunos consejos.
—
Foto: robin-worrall/unsplash