La conversa más aguerrida de la batalla cultural conversa con nosotros sobre el lanzamiento de su nuevo libro, su camino en la lucha y la importancia de la fe católica en su vida. Madre, activista, académica y por qué no: la mujer más basada de la derecha latinoamericana.
Muchos conocen su historia. Ha sido tan popular en Latinoamérica que hasta niñas le dedican dibujos e infografías a esta destacada protagonista de la batalla cultural. Como bien han dicho varios expositores, hay pocas mujeres en esta lucha y es porque, como es natural, son más sensibles a la ola de ataques que viene con ella, más aún cuando eres una conversa.
Sara fue una feminazi a toda regla. Vello en las axilas, pelo corto, tatuajes, senos descubiertos y gritos desaforados a favor del lesbianismo y el aborto legal, con el cuerpo pintado. Sin embargo, esa famosa sororidad feminista la abandonó en el momento más difícil que le tocó vivir, a consecuencia de esa mentira recurrente de que “el aborto es seguro”. En una situación límite, Sara encontró el refugio, consuelo y apoyo que necesitaba en comunidades cristianas. Su vida cambió. Tomó su pasado, lo cargó a la espalda, tomó el rumbo de la cruz y nunca volvió la vista atrás.
Sara Fernanda Giromini salió a la palestra pro vida y pro familia como Sara Winter y hoy, se presenta al mundo como una mujer académica y felizmente casada: Sara Huff, autora del libro recientemente lanzado “Cómo Fabricar A Una Feminista” conversa con votocatolico.org en exclusiva.
Nota: Esta entrevista ha sido adaptada con permiso de Sara Huff para mejor comprensión del público hispano.
Sara, ha pasado un tiempo desde que arrancaste el activismo por la vida y la familia, ¿qué puedes rescatar de estos años en la batalla cultural?
Yo aprendí que la guerra cultural camina junto a la guerra espiritual y mucha gente no lo ve. Mucha gente piensa que puede vencer el todo el sistema progresista, el globalismo, el comunismo, solamente con acciones políticas, confrontaciones, acciones culturales, etc. Pero, la guerra espiritual precede a la guerra cultural, es decir, es imposible vencer al mal si no caminamos con el bien y el bien significa Dios. Es difícil, creo, para esta generación de conservadores comprender eso, porque se interesan demasiado – y obvio, yo también – por la filosofía, la ciencia política, pero antes de cualquier acción, hay que rezar. Esta es una guerra entre el bien y el mal.
Entonces, es imprescindible, antes de hacer cualquier cálculo político, o desarrollar estrategias de dominación de poder, poder pensar que detrás de un político malo, ahí está el diablo; detrás de una mala decisión, ahí está el diablo; detrás de cualquier figura oscura; sea intelectual o política, que esté ahí al lado de la ideología de género, del feminismo o de cualquier cosa que impida manejar nuestra vida de manera santa, está precisamente el maligno.
Algo que he notado en varios países, primero en Brasil, donde lo vi por primera vez y posteriormente en otros, es que la gente cree que para librar la batalla cultural, económica, espiritual, forzosamente tienen que tener un cargo político y/o de poder, cuando en realidad la política es solo parte de un todo, donde se tienen que desarrollar estrategias a corto, mediano y largo plazo de dominación de poder. Para eso, hay diferentes esferas o espacios de cambio, no es necesario que siempre sea a través de la política. Para hacer una familia feliz, no es necesario entrar en política, por ejemplo. El control, el poder, la conquista de un territorio, se puede lograr de varias maneras. Así como ellos usan diferentes armas como guerras de información, virus, campañas; nosotros podemos cambiar toda una nación casándonos y teniendo muchos hijos, por ejemplo; y educándolos en la verdad, el bien y la belleza. Hay muchas formas de cambiar nuestra realidad y no siempre pasa por la política. Es necesaria, sí, pero no todo gira alrededor de ella.
Por último, he aprendido que es necesario que la gente se mueva por la vocación. Si se quiere realmente hacer algo, si se quiere pelear en esta guerra, es crucial hacerlo desde la vocación de cada uno. Si tiene una mujer vocación para ser madre, que tenga muchos hijos y se dedique a criarlos para sumar al mundo. Si tiene vocación intelectual, puede formarse, educarse, escribir y sumar a la academia. Que se sumen los que tienen vocación para las artes, las humanidades, la enseñanza, el sacerdocio, lo que Dios ha regalado como talentos y debemos cultivar para dar Su mensaje desde lo que hagamos.
Tu contenido se basa principalmente en feminismo y podríamos decir que eres la mayor especialista en el tema, por tu experiencia y por todo lo que has estudiado. Cuéntanos un poco sobre esto, ¿por qué Sara Huff es la persona más calificada para hablar del tema?
En primer lugar, te quiero agradecer el elogio. Sí, siento que soy la persona más calificada para hablar del tema justo porque yo lo viví en carne propia. Yo fui feminista por cinco años, yo conocí lo más íntimo del movimiento feminista. Yo fui entrenada en Ucrania – sufrí un lavado cerebral – para ser títere ideológico y pasé por esta capacitación para fabricar otros títeres ideológicos. Así que yo conocí todo lo que pensaba que era bueno del feminismo y vi con mis propios ojos que la verdad es una trampa para mujeres y jóvenes atrapadas en el dolor, en un trauma, una sed de venganza, rencor contra el mundo, sed de justicia, etc.
Yo viví ahí, vi y participé de absolutamente todo. Vi el lavado de dinero que hacen los partidos políticos, movimientos, activistas callejeros, lobbies políticos; jóvenes muriendo por suicidio, drogadicción… Llevados ahí por el feminismo. He visto gente “cambiarse de sexo” y arrepentirse. Fue casi un estudio antropológico estar viviendo en medio de lo que se investiga. Luego, me capacité intelectualmente, académicamente para poder canalizar lo que he visto.
He estudiado a profundidad el feminismo, la revolución sexual, los movimientos de género, los movimientos anti natalidad. He leído muchísimo y en distintos idiomas: portugués, inglés, español, francés, latín; para buscar la información necesaria, desde la antigüedad hasta la era postmoderna. Además de vivir, me eduqué mucho para ser la más grande especialista en feminismo.
Compartes en tus redes sociales tu rutina diaria, que incluye la lectura de salmos y oración. ¿Qué tanto ha afectado en tu vida la religión y cómo definiste tu vocación católica?
La verdad es que la religión católica fue esencial para mi cambio [conversión]. Dios ha sido perfecto. Yo estuve metida en el feminismo por cinco años y en medio de eso, a los 22 años, me realicé un aborto, impulsada por las ideas feministas y por mis amigas feministas. Yo casi muero en ese aborto y algo que quiero resaltar es que el abortó que practiqué fue siguiendo las directrices de la OMS (Organización Mundial de la Salud – WHO) para “abortos seguros“. Casi morí.
La persona que me rescató fue un hombre, cabeza de familia católica. Eso me dio mucho que pensar y yo tuve una segunda oportunidad, porque Dios me la regaló. Yo después del aborto recibí una noticia: no era capaz de tener hijos, lo cual fue devastador para mí. Tengo la constancia médica de infertilidad. Sin embargo, Dios me regaló la oportunidad de ser madre. Yo, por gratitud y con esperanza de volver a la Iglesia, decido hacerlo.
Lo que más me ayudó de la Iglesia, creo, fue: la misericordia, que yo pudiera perdonarme; la caridad, porque me metí en diferentes movimientos provida a ofrecerme como voluntaria para hogares de mujeres embarazadas en situación de vulnerabilidad socioeconómica y me puse a limpiar baños, a cocinar para ellas y sentí el poder de ayudar al prójimo y el bien que le hace a la sociedad, a diferencia de lo que hace la porquería del feminismo. Me ayudó mucho, de la Iglesia, la disciplina: la disciplina de buscar las virtudes para ser una mejor persona, de obedecer las escrituras, la tradición y el magisterio, la disciplina de controlarme para no caer en pecado. Todo eso me ha fortalecido muchísimo el carácter, la personalidad; y busco practicar y enseñar el bien, porque busco salvar mi alma y ayudar a poder dirigir a los demás a la salvación. Creo que eso es más importante que cualquier otra cosa.
Le das una gran importancia a la belleza en tu día a día, ¿qué tan importante te parece, como mujer, cultivarla?
Sí, yo valoro mucho la belleza en mi cotidianidad, pues es una virtud indispensable para el ser humano. Tanto en nuestro hogar… Yo creo que la belleza es una de las manifestaciones de la virtud de la caridad, pues cuando arreglamos la casa, limpiamos, ponemos unas flores, podemos todo en orden, estamos sirviendo a nuestras familias, les estamos dando un regalo quizá imperceptible, pero que nutre su alma, su mente, les ayuda a ordenarse y a sentirse bien, cómodos y desarrollar hábitos de orden y limpieza, de la preocupación de la imagen que se proyecta (que también es importante).
Así también, me parece importante arreglarme, estar limpia, ordenada, guapa, mínimo de maquillaje, ropa en buen estado, perfume… Es un hábito de caridad con quienes interactúan con nosotros. En la calle, quienes nos ven y damos una buena impresión, esto puede animar, inspirar a la gente. Lo objetivamente bello alimenta el alma, nos deja más tranquilos, nos inspira. Yo creo mucho en el poder de la belleza como forma de servir al prójimo.
Estás lanzando tu libro “Cómo fabricar a una feminista”, ¿cómo ha sido el trayecto hasta esta publicación y qué quieres lograr con ella?
Mi libro es como una carta de perdón, de disculpas y de redención total a todas las personas que herí de cualquier manera siendo feminista y ahora, además de disculparme, regalarles un manual de pasos. El libro no está dividido en capítulos, sino en pasos para impedir que alguien sea feminista o rescatar a alguien si ya lo es. Mi principal objetivo con él es ayudar a salvar almas.
El libro se llama “Cómo fabricar a una feminista” porque nadie nace siendo feminista, ¡eso sí es una construcción social! No es el sexo, no es el género la construcción social, eso es biología. Pero el feminismo, los movimientos sociales, las ideologías: eso sí es socialmente construido. De hecho, por eso el título completo es “Cómo fabricar a una feminista y cómo rescatarla de la prisión de falsa libertad que se le prometió”, precisamente porque estas ideologías prometen libertad, felicidad, poder a las personas y eso es falso. Terminan estando en una prisión de tristeza, miseria, depresión y eso es lo que yo quiero evitar.
El libro está dividido en 8 pasos de cómo se fabrica a la feminista y cómo se puede revertir todo este proceso. Yo explico cómo era la vida de las mujeres en la antigüedad, la edad media y ahora. Yo destruyo los argumentos feministas del “estudio”, el “voto”, “trabajo” y de que la Iglesia Católica es la peor enemiga de la mujer y puedo probar con estudios científicos e históricos, que la Iglesia Católica es la gran responsable de que la mujer hoy sea realmente libre y de que la mujer tenga valor y dignidad.
Explico las causas de la adhesión de las mujeres con trauma a estos movimientos radicales, porque ellos regalan a sus adeptas una falsa solución de sus problemas, incitándolas a estar siempre activamente involucradas en temas que no van a ayudar a las mujeres, sino terminar de destruirlas. Enseño cómo mienten para lograr sus objetivos, cómo inflan los números e idiotizan a las mujeres.
Puedo decir que no he visto un libro, en ningún idioma, en el mundo, que sea tan completo como el mío en materia de feminismo. Hay muchos estudios que respalda lo que postulo y va a acompañado de mis experiencias personales. Espero que sea interesante para los lectores y que brinde las herramientas necesarias para salvar a alguien del feminismo y para impedir que las jóvenes se involucren en esta ideología.
El libro de Sara Huff está disponible en www.librosdesarahuff.com y promete ser de los más leídos en el año. La autora también estará dando conferencias y presentando su material en todo América. Las fechas pueden ser encontradas en su cuenta de Instagram, Twitter y YouTube.