En una época en la que hablar de Epstein, su isla, su lista y la red de trata, aparece su primera denunciante muerta por suicidio, tras haber sido diagnosticada con una enfermedad terminal que comprometía sus riñones, tras un accidente automovilístico. Horacio Giusto analiza su repentina muerte a los 41 años.
Por: Horacio Giusto
Virginia Giuffre, reconocida activista y una de las principales denunciantes de la red de abuso sexual y tráfico de personas liderada por Jeffrey Epstein, falleció el 24 de abril de 2025 a los 41 años en su residencia en Neergabby, Australia Occidental. Su familia informó que se trató de un suicidio, destacando que había sido una víctima de abuso sexual y trata de personas durante toda su vida. Giuffre se convirtió en una figura clave en la lucha contra el abuso sexual al denunciar públicamente a Epstein y su asociada Ghislaine Maxwell, quienes la explotaron desde los 16 años. Además, acusó al príncipe Andrés del Reino Unido de haber abusado de ella cuando era menor de edad, lo que llevó a un acuerdo extrajudicial en 2022. En los últimos años, enfrentó múltiples desafíos personales y de salud. En marzo de 2025, sufrió un accidente automovilístico que, según sus publicaciones en redes sociales, le provocó insuficiencia renal y le dieron pocos días de vida. Sin embargo, fue dada de alta el 7 de abril. También denunció violencia doméstica por parte de su esposo, Robert Giuffre, con quien estaba en proceso de divorcio y enfrentaba una batalla legal por la custodia de sus tres hijos.
Este lamentable y sospechoso deja a muchos con la incógnita de qué pudo suceder realmente. Su abogada, Karrie Louden, expresó dudas sobre la causa de su muerte, señalando que Giuffre tenía planes futuros y no mostraba signos de contemplar el suicidio. Además, su padre recordó que ella había publicado un video instando a investigar si su muerte era considerada un suicidio.
Hay que recordar aquí que a pesar de las adversidades, Giuffre fundó la organización sin fines de lucro Speak Out, Act, Reclaim (SOAR) para apoyar a otras sobrevivientes de abuso sexual. Su familia y seres queridos la describen como una guerrera valiente y una luz para muchos sobrevivientes. Su legado continúa inspirando a quienes luchan contra la explotación sexual y la trata de personas. “She was the light that lifted so many survivors. Despite all the adversity she faced in her life, she shone so bright. She will be missed beyond measure”, expresaron desde su familia en Australia.
Ciertamente que las declaraciones de la familia desconciertan aún más cuando uno observa lo que la mujer en cuestión sostuvo en 2019, al decir en X (ex-twitter): “I am making it publicly known that in no way, shape or form am I suicidal. I have made this known to my therapist and GP – If something happens to me – in the sake of my family do not let this go away and help me to protect them. Too many evil people want to see me [quieted]”.
No debe dejarse pasar que Jeffrey Epstein (1953–2019) fue un financiero estadounidense que amasó una gran fortuna gestionando patrimonios de multimillonarios, aunque sus fuentes de riqueza siempre fueron poco claras; de hecho, Epstein ha sido vinculado a la inteligencia israelí principalmente por acusaciones, testimonios indirectos y especulaciones surgidas de periodistas de investigación y exagentes de inteligencia. Aunque no existen pruebas judiciales concluyentes, varias piezas de información apuntan a una posible colaboración suya con servicios de inteligencia, especialmente el Mossad. Se hizo conocido no solo por sus relaciones con figuras poderosas —como Bill Clinton, Donald Trump y el príncipe Andrés—, sino sobre todo por su participación en una vasta red de tráfico sexual de menores.
Desde principios de los años 2000, Epstein fue acusado de reclutar y abusar de decenas de niñas, muchas de ellas menores de edad, a quienes atraía con promesas de dinero o empleo. Las investigaciones revelaron que, además de abusar de ellas, también facilitaba encuentros sexuales entre estas jóvenes y sus influyentes invitados, presuntamente para chantajearlos. Fue arrestado en 2008 pero recibió un trato judicial extremadamente indulgente. En 2019, tras su nueva detención por cargos federales de tráfico sexual, murió en una prisión de Nueva York; su muerte fue declarada oficialmente como suicidio, aunque persisten serias dudas.
Epstein tuvo como expareja y asociada Ghislaine Maxwell; su padre, Robert Maxwell, era un magnate británico de medios y espía confirmado para el Mossad (además de supuestamente trabajar para inteligencia soviética y británica). Tras su muerte en 1991, el gobierno israelí le otorgó funerales de Estado y honores, lo que confirmó su importancia para Israel. Además, la forma en la que Epstein operaba —reclutando menores, filmando a políticos, empresarios y académicos en situaciones comprometedoras— se asemeja a tácticas clásicas de “honey traps” (trampas sexuales) usadas por agencias de inteligencia para controlar o chantajear a figuras clave. Las teorías se recrudecen cuando se muestra que Epstein logró construir una fortuna enorme con muy pocos clientes confirmados y sin actividades empresariales públicas verificables. Muchos sospechan que actuaba como intermediario o “asset” (activo) de inteligencia, usando el dinero como fachada para otras operaciones. Esta información se puede verificar en investigadores independientes como Whitney Webb (en su serie “One Nation Under Blackmail”) que sostienen que Epstein formaba parte de una red de corrupción transnacional, vinculada tanto a intereses israelíes como a estructuras criminales financieras en EE.UU. y Europa.
Por todo ello, este suicidio es, cuanto menos, sospechoso.