El portal DNYUZ publicó un artículo sobre los casos en los que menores de edad iniciaron una “transición de género” con ayuda de sus escuelas y sin conocimiento ni consentimiento de sus padres. En él se señala que hay distritos escolares en los que se considera que las directrices estatales y federales priman sobre la participación de los padres, y que muchos educadores se sienten moralmente obligados a afirmar las identidades de género de sus alumnos.
Al respecto, DNYUZ señala que “aunque el número de jóvenes que se identifican como transgénero en Estados Unidos sigue siendo pequeño, casi se ha duplicado en los últimos años, y las escuelas se han visto presionadas para atender las necesidades de esos jóvenes en medio de un entorno político polarizado en el que ambas partes advierten de que un paso en falso podría provocar daños irreparables”.
“La escuela pública a la que asiste el hijo de la Sra. Bradshaw”, señala la publicación, en alusión a uno de los casos citados en el artículo, “es una de las muchas de todo el país que permiten a los estudiantes la transición social – cambiar su nombre, pronombres o expresión de género – sin el consentimiento de los padres. Los distritos han dicho que quieren que los padres participen, pero que deben seguir las directrices federales y, en algunos casos, estatales destinadas a proteger a los estudiantes de la discriminación y la violación de su intimidad”.
El texto también recuerda que “las escuelas han señalado que las investigaciones demuestran que las políticas inclusivas benefician a todos los estudiantes, razón por la cual algunos expertos en educación aconsejan a las escuelas utilizar los nombres y pronombres preferidos de los estudiantes. Los educadores también han dicho que se sienten obligados por su propia moralidad a afirmar las identidades de género de los alumnos, especialmente en los casos en que los estudiantes no se sienten seguros saliendo del armario en casa”.
Sin embargo, “docenas de padres cuyos hijos han hecho la transición social en la escuela dijeron a The Times que se sentían vilipendiados por los educadores que parecían pensar que ellos -y no los padres- sabían lo que era mejor para sus hijos. Insistieron en que los educadores no deberían intervenir sin avisar a los padres, a menos que hubiera pruebas de maltrato físico en casa. Aunque algunos no querían en absoluto que sus hijos hicieran la transición, otros dijeron que estaban abiertos a ello, pero que sentían que las escuelas forzaban el proceso a avanzar demasiado deprisa, y que no podían plantear sus preocupaciones sin que se les excluyera por completo o se calificara su hogar de “inseguro””, continúa DNYUZ.
Puede leer el artículo completo en inglés aquí.
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Foto: Element5 Digital / Unsplash