La reciente orden ejecutiva firmada por el presidente Donald Trump para expandir y subsidiar la fertilización in vitro (FIV) es una medida profundamente problemática, antiética e innecesaria. Aquí te contamos todo lo que tienes que saber del procedimiento y por qué evidentemente, estamos en contra.
Uno de los problemas más graves de la FIV es que conlleva la destrucción masiva de embriones humanos. Durante el proceso, se crean múltiples embriones, de los cuales solo algunos son implantados en el útero de la mujer. Los demás son congelados indefinidamente o descartados, lo que implica la pérdida de vidas humanas en su etapa más temprana. La Iglesia Católica enseña que la vida comienza en el momento de la concepción, y cualquier acto que conduzca a la destrucción de embriones es moralmente inaceptable.
Kristan Hawkins, presidenta de Students for Life of America, ha sido clara en este punto: “La fertilización in vitro no es un camino moralmente neutro para la vida; es un proceso en el que se crean y destruyen seres humanos a voluntad. No podemos ignorar la realidad de que, en nombre de la ‘ciencia’, se está sacrificando a los más vulnerables.”
America's IVF industry is completely unregulated, unlike the rest of world. Now that President Trump says he wants to fund more of it, shouldn't a logical step for the Trump Administration be to regulate it, at a minimum?
— Kristan Hawkins (@KristanHawkins) February 18, 2025
-Limit how many children can be created.
-Limit the…
Otro problema ético fundamental de la FIV es que disocia la procreación del acto conyugal. La enseñanza católica sostiene que la unión sexual entre esposo y esposa es el medio moralmente aceptable para concebir un hijo, porque refleja el diseño divino del amor humano. Al transferir la creación de la vida a un laboratorio, la FIV reduce la concepción a un proceso técnico y mercantilizado, privándola de su dimensión natural y sagrada.
El proceso de FIV ha dado lugar a una industria multimillonaria donde los embriones humanos son tratados como productos. La selección de embriones basada en características genéticas, la congelación y eliminación de aquellos considerados “no viables” y la comercialización de óvulos y esperma son prácticas que atentan contra la dignidad de la persona humana. La vida no debe ser un bien de consumo accesible solo para quienes pueden pagar tratamientos costosos.
Otro punto preocupante de la orden ejecutiva de Trump es que facilita el acceso a la FIV no solo para parejas casadas que enfrentan infertilidad, sino también para parejas del mismo sexo y mujeres solteras. Esto refuerza la idea de que los niños son un “derecho” al margen del modelo natural de familia. Todo niño tiene el derecho fundamental a ser concebido dentro del matrimonio y criado por su padre y su madre biológicos, siempre que sea posible.
En lugar de promover la FIV, que destruye vidas humanas y desnaturaliza la procreación, es necesario fomentar alternativas éticamente aceptables como la Naprotecnología. Esta disciplina médica trabaja con la fertilidad natural de la mujer para tratar las causas subyacentes de la infertilidad, respetando la dignidad de la vida y el matrimonio.
La infertilidad es un sufrimiento real y doloroso para muchas parejas; y la Iglesia llama a acompañarlas con compasión. Sin embargo, la solución no puede ser una técnica que implique la manipulación y destrucción de vidas humanas. La expansión de la FIV bajo la orden ejecutiva de Trump no solo ignora las preocupaciones morales profundas de millones de católicos, sino que también normaliza una práctica que degrada la dignidad de la persona humana desde su inicio. Es imperativo que los líderes provida denuncien esta medida y promuevan soluciones verdaderamente éticas y respetuosas de la vida.