En una operación sin precedentes liderada por bombarderos B-2, Estados Unidos destruyó instalaciones nucleares clave en Irán. Aunque el Pentágono niega que se trate de un cambio de régimen, Trump deja abierta la puerta: “¿Por qué no habría un cambio de régimen si no pueden hacer a Irán grande otra vez?”.
El presidente Donald Trump ha encendido el debate internacional luego de autorizar un ataque quirúrgico contra tres instalaciones nucleares clave en Irán: Fordow, Natanz y Esfahan. Si bien el secretario de Defensa, Pete Hegseth, aseguró que la operación no busca un “cambio de régimen”, Trump dejó abierta esa posibilidad en sus redes sociales: “Si el régimen actual no puede HACER A IRÁN GRANDE OTRA VEZ, ¿por qué no habría un cambio de régimen??? MIGA!!!”.
La operación, denominada Midnight Hammer, fue ejecutada con éxito por bombarderos B-2 que partieron desde Missouri, cruzaron el espacio aéreo iraní sin ser detectados y liberaron un arsenal de 75 bombas guiadas por precisión, incluyendo 14 GBU-57 de 30.000 libras, utilizadas por primera vez de manera operativa. Las evaluaciones preliminares indican que los tres objetivos “sufrieron daños y destrucción extremadamente severos”, según el general Dan Caine, presidente del Estado Mayor Conjunto.
El secretario Hegseth reveló que el plan se preparó durante meses con estrictas medidas de seguridad operativa y coordinación con Israel. Aunque la defensa del Estado hebreo fue parte de los objetivos, fue EE.UU. quien lideró el ataque. “Esta misión fue sobre disuadir amenazas, no iniciar guerras”, aseguró Hegseth.
La sorpresa fue total: “Los cazas iraníes no despegaron, sus radares no nos vieron. Mantuvimos el elemento sorpresa en todo momento”, declaró Caine. Los bombardeos se realizaron durante la noche del viernes, y no hubo respuesta defensiva iraní durante el ataque ni al momento de la retirada.
En su discurso a la nación del 21 de junio, Trump advirtió que “si no hay paz, habrá tragedia para Irán, mucho mayor que la vista en los últimos ocho días”. Defendió la operación como un “espectacular éxito militar” y dijo que la capacidad de enriquecimiento nuclear del régimen iraní ha sido “completamente y totalmente destruida”.
Trump también agradeció públicamente a Dios y destacó la cooperación con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, quien afirmó que la acción conjunta “puede conducir a un futuro de prosperidad y paz”.
Aunque el Pentágono insistió en que el objetivo no era derrocar al régimen, la declaración de Trump en redes sociales el domingo por la noche reavivó las especulaciones: “No es políticamente correcto usar el término ‘Cambio de Régimen’, pero si el actual régimen iraní no puede hacer grande a Irán otra vez, ¿por qué no debería haber un cambio?”.
Para Hegseth, Trump sigue comprometido con la vía diplomática: “Quiere paz, no una guerra abierta”. Sin embargo, también dejó claro que si Irán no cambia de rumbo, “habrá más ataques, más devastadores y más fáciles”.
El general Caine aseguró que las fuerzas estadounidenses en Irak, Siria y el Golfo han sido reforzadas y están en máxima alerta ante posibles represalias iraníes o ataques de sus aliados regionales. “Responder sería una elección increíblemente pobre”, advirtió.
En cumplimiento con la Ley de Poderes de Guerra, el Congreso fue informado tan pronto como los bombarderos abandonaron el espacio aéreo iraní. La señal es clara: Estados Unidos ha recuperado su capacidad de disuasión militar.
“La realidad es que aviones partieron del centro de EE.UU., volaron sobre Irán sin ser detectados y destruyeron sus instalaciones más sensibles. Eso tendrá un impacto psicológico duradero”, concluyó Hegseth.
La historia aún no se ha escrito completamente. Trump ha marcado un antes y un después en la política exterior con Irán, mostrando fuerza y decisión, pero dejando abierta la puerta a la diplomacia. El régimen iraní enfrenta ahora una elección crucial: aceptar el camino de la paz y el desarme, o sufrir consecuencias aún más graves.
Mientras tanto, el mundo observa, y la Casa Blanca mantiene su mensaje firme: “Estados Unidos no busca la guerra, pero protegerá a su pueblo, a sus aliados y a sus intereses. Irán haría bien en escuchar al presidente de los Estados Unidos. Y esta vez, creerle”.