La reciente aprobación en Ucrania de una polémica ley que restringía la autonomía de las principales agencias anticorrupción del país desencadenó una dura reacción de monseñor Sviatoslav Shevchuk, arzobispo mayor de la Iglesia greco-católica ucraniana. El presidente Volodymyr Zelensky, ante crecientes acusaciones de deriva autoritaria, se vio obligado a dar marcha atrás.
Desde el inicio de la intervención militar rusa en Donbás, en 2022, monseñor Shevchuk ha asumido un papel central como referente espiritual y moral para la población, dirigiendo mensajes diarios de aliento. En este marco, la presentación, el 22 de julio de 2025, del proyecto de ley 12414 por el gobierno provocó una indignación generalizada. La iniciativa modificaba el estatuto de la Oficina Nacional Anticorrupción y de la Fiscalía Especializada Anticorrupción, recortando su independencia, medida interpretada como un retroceso en la lucha contra la corrupción endémica.
En un mensaje difundido el 27 de julio, el prelado calificó la reforma como un «sabotaje moral» contra el Estado, advirtiendo que generaba “peligrosas tensiones sociales”, erosionaba la confianza ciudadana en las autoridades y comprometía la credibilidad internacional del país. En un contexto de guerra, subrayó que la corrupción no solo frena el desarrollo, sino que constituye una amenaza directa para la seguridad nacional.
La aprobación del proyecto desató protestas inmediatas en Kiev y en otras ciudades, con demandas de veto presidencial. Frente a su primera gran crisis política desde que asumió el cargo hace seis años, Zelensky defendió inicialmente la ley, alegando que los organismos afectados eran ineficaces y estaban bajo «influencia rusa». Sin embargo, la presión interna y externa lo llevó a rectificar y a presentar un nuevo texto.
El 31 de julio, un Parlamento favorable al presidente aprobó la nueva versión, que restituye la independencia de las agencias anticorrupción e introduce salvaguardas contra posibles injerencias rusas. Shevchuk destacó la participación decisiva de la juventud en las protestas, pero exhortó a canalizar la “indignación justificada” de manera que no debilite la capacidad defensiva del país.
Asimismo, reafirmó la necesidad de un diálogo constante entre la sociedad y sus dirigentes, consciente de que Ucrania atraviesa múltiples desafíos, entre ellos el desgaste de un presidente cada vez más cuestionado, que ha pospuesto la convocatoria electoral prevista desde el 20 de junio de 2024, amparándose en la guerra. Para el arzobispo mayor, combatir la corrupción no es únicamente un asunto de política pública, sino un deber moral esencial para la cohesión interna y la proyección internacional de Ucrania.