Jeff Bloodworth escribe en The Free Press acerca de su mejor amigo Mike, quien murió de soledad. Bloodworth reflexiona acerca de las lamentables “muertes por desesperanza” que golpean a los estadounidenses blancos, de clase trabajadora y mediana edad, y señala que la clase obrera está siendo aplastada por su aislamiento. Estas muertes claman al cielo y claman también a nuestros corazones que, como el de estos hombres solos, están llamados a la comunión y al encuentro.
En el portal The Free Press, Jeff Bloodworth comparte una sentida reflexión sobre la muerte de Mike, su mejor amigo, que hemos traducido y de la que compartimos unos extractos:
“Mi mejor amigo Mike murió solo. Así vivía él también. Comía solo. Dormía solo. La soledad era su estado natural. A los 50 años, fue la sepsis lo que lo mató oficialmente. Pero en realidad, era la soledad.
Al igual que Mike, la clase obrera blanca de Estados Unidos está sola. Como Mike, está siendo aplastada por su aislamiento.
Desde el año 2000, la clase trabajadora blanca estadounidense de entre 45 y 54 años ha sido uno de los únicos grupos demográficos del mundo que ha visto descender su esperanza de vida. Estas muertes son en su mayoría suicidios. Algunos se achacan oficialmente al alcoholismo y la adicción, pero eso no es más que suicidio a cámara lenta. Se llamen como se llamen, son un indicador rezagado de una economía en transición.
Al igual que la clase trabajadora está sucumbiendo a nuestra era postindustrial, cada vez más digitalizada, globalizada y automatizada, los obreros -los trabajadores de las cadenas de montaje, los soldadores, los mecánicos, los mineros y sus parientes, las personas que una vez formaron la clase trabajadora- están reconociendo tácitamente que ya no tienen ningún papel que desempeñar.
Conozco bien este sentimiento. Es de donde vengo.
Crecí en Memphis y Springfield, Missouri, rodeado de gente que se rindió. Gente que murió mucho antes de que llegara su hora: mi padre. Mi tía. Mi tío. Dos de mis primos hermanos. Pronto, me temo, mi hermana, que pensó que podría casarse para escapar de su infancia; resulta que la Junior League y los coches de lujo no pueden deshacer el pasado.
Y el mes pasado, mi mejor amigo, Mike. Nos conocimos en 1987, cuando teníamos 16 años. Fuimos a distintas escuelas cercanas. Formábamos parte de la misma escena de enfado, alienación, desconexión y desafección: los chicos que no eran ricos, atractivos o deportistas; los chicos a los que les gustaban las camisetas negras y los peinados extravagantes, que eran como un “j****te” colectivo a la América de Ronald Reagan.
A estas alturas, esta historia ya es vieja. Llevamos oyendo hablar de “muertes por desesperación” desde 2020 y, en realidad, desde que Donald Trump fue elegido presidente en 2016, lo que hizo que las somnolientas élites de nuestra nación se percataran de la crisis de la clase trabajadora estadounidense.
Estoy aquí para informar que, siete años después, en la cúspide de otra campaña presidencial, esas élites no han aprendido aproximadamente nada”.
Puede leer el artículo completo en inglés aquí.
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Foto: Anthony Intraversato / Unsplash